Canadienses celebran el 144 cumpleaños del país y están cautivados con la pareja real que algún día serán sus reyes.
Canadá se volcó hoy para celebrar junto con el príncipe Guillermo y su esposa, Catalina Middleton, el 144 cumpleaños del país, que brindó en Ottawa un auténtico baño de masas a los duques de Cambridge.
Entre 300.000 y 400.000 personas se agolparon en la explanada y los alrededores de la sede del Parlamento canadiense para presenciar la llegada en carruaje del príncipe Guillermo y su esposa, Catalina, que hoy cumplen la segunda jornada de su visita a Canadá, su primer viaje oficial al extranjero desde su boda el 29 de abril.
Algunos se apostaron en el lugar la noche anterior, para conseguir la mejor vista de una pareja que, según las últimas encuestas, ha reavivado el sentimiento monárquico en Canadá.
Un sondeo dado a conocer ayer reveló que dos tercios de los canadienses consideran que la pareja real mantendrá la monarquía como una institución relevante en Canadá y que un 52 % del país no quiere convertir el país en una república cuando la reina Isabel II muera.
Gran parte del renovado fervor monárquico de los canadienses parece ser fruto de la boda del príncipe Guillermo con Catalina Middleton.
El duque de Cambridge está destinado a convertirse un día en el rey de Canadá y la buena imagen de la pareja, especialmente de ella, sonriente y relajada desde que piso ayer suelo canadiense, está cautivando a los canadienses.
Las cámaras de las televisiones y los fotógrafos no despegaron hoy ningún momento sus lentes de la figura de la duquesa de Cambridge quien, como el jueves, volvió a lanzar un guiño a la población canadiense con la elección de su vestuario.
Mientras ayer Catalina lució conjuntos creados por diseñadores canadienses, hoy la esposa del príncipe Guillermo se enfundó un vestido blanco con tonos rojos, los colores de la bandera del país.
Todo ello adornado con un broche enjoyado en forma de la hoja de arce, el símbolo nacional canadiense y que le prestó la reina Isabel II, y un sombrero rojo que también tenía una hoja de arce roja.
En un día radiante, la llegada de la pareja real a la explanada del Parlamento en Ottawa cumplió las expectativas de los centenares de miles de curiosos que se agolpaban hoy en la capital canadiense y que gritaron constantemente "Guillermo, Catalina".
Las elevadas temperaturas y la larga espera que muchos soportaron para ver a la pareja de la realeza británica también provocó numerosos desmayos entre la muchedumbre.
En este ambiente, el príncipe Guillermo y Catalina llegaron en una carroza descubierta tirada por cuatro caballos y precedidos por la guardia de honor de la Policía Montada de Canadá.
Una vez en la explanada del Parlamento, las celebraciones del 144 aniversario de la constitución de Canadá se iniciaron con la cantante de opera Julie Nesrallah interpretando su versión de "Dios salve la reina" mientras las cámaras de televisión mostraban al príncipe Guillermo y Catalina cantando al mismo tiempo.
"Somos afortunados porque tenemos unos invitados muy especiales. Son una pareja de recién casados, más conocidos en el mundo como el duque y la duquesa de Cambridge", dijo el primer ministro canadiense, Stephen Harper, como introducción a la pareja.
Tras las palabras del primer ministro le tocó el turno al príncipe Guillermo quien, como ayer, empezó su discurso en francés, uno de los dos idiomas oficiales de Canadá.
"Bon jour Ottawa, bon jour Canada, bonne fete Canada" ("buenos días Ottawa, buenos días Canadá, feliz Día de Canadá"), dijo Guillermo.
Inmediatamente después, el hijo de la princesa Diana y el príncipe Carlos, ya en inglés, se refirió a su esposa, lo que provocó una amplia sonrisa en Catalina Middleton y aplausos y gritos de satisfacción en la multitud.
"Estoy entusiasmado de compartir este viaje con Catalina porque ella me ha dicho que se siente exactamente de la misma forma. Aprendió sobre Canadá no de sus padres sino de su abuelo, un gran hombre que falleció el año pasado", explicó el príncipe Guillermo.
El duque de Cambridge se refería a uno de los abuelos de Catalina que durante la Segunda Guerra Mundial se entrenó en Canadá para convertirse en piloto de combate de la RAF británica.
"Estar aquí durante el Día de Canadá, un día de unidad, un día de reunión familiar y nacional es incluso más especial para nosotros" añadió Guillermo para la delicia de la multitud que estalló en gritos de aprobación.
EFE
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