Una exposición agrupa 50 vestidos y 30 sombreros de los modistos Norman Hartnell y Hardy Amies, y del sombrerero Frederick Fox.
Los modistos de cabecera de Isabel II se dan cita en una muestra en Londres que recuerda, a través de glamurosos vestidos, la historia de la alta costura británica y el impulso que recibió de la monarquía para su internacionalización.
"De Hartnell a Amies: alta costura con cita real", inaugurada en el Museo de la Moda y el Textil, reúne las creaciones de tres diseñadores que han nutrido el vestidor de la familia real británica.
La exposición agrupa 50 vestidos y 30 sombreros de los modistos Norman Hartnell y Hardy Amies, y del sombrerero Frederick Fox, que se pueden ver ahora acompañados de las fotografías que de ellos tomó Norman Parkinson para Vogue y otras publicaciones de la época.
"Es una historia de la moda británica desde principios de los años 50, cuando hubo una explosión, en gran parte debido a la Reina", aseguró a Efe el comisario del museo, Dennis Nothdruft.
La muestra subraya la negativa de la alta costura británica a reclinarse ante otras más reconocidas como la francesa y agradece el apoyo de la monarquía a los modistos nacionales sobre todo a partir de la II Guerra Mundial (1939-45).
Un elegante vestido de seda color champán diseñado por Norman Hartnell para la boda de la aristócrata Oonagh Guinness da comienzo a la exposición con el recuerdo de los alegres años 20.
La figura de Hartnell, que abrió su primer salón en 1923 y fue responsable de los trajes de boda y de coronación de Isabel II, es crucial para la internacionalización de la moda británica.
El célebre modisto vistió también a la Reina Madre en su juventud como recuerda la exposición con un festivo traje de lentejuelas doradas que la esposa de Jorge VI lució en 1935.
"La monarquía ha sido muy importante a escala internacional porque ayudó a patrocinar la moda británica alrededor del mundo como un estilo de vida", explicó Nothdruft.
EFE
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