Los arquitectos pretenden concluir la reforma a finales de 2012, a tiempo para la Copa de las Confederaciones, aunque el mayor problema para el coliseo carioca es la escalada presupuestaria.
Brasil prepara contra el reloj el próximo Mundial de fútbol, que será inaugurado dentro de tres años, previsiblemente el 13 de junio de 2014, a pesar de los avisos de la FIFA, preocupada por el ritmo lento de las obras y por la subida del presupuesto.
Los estadios, los aeropuertos y el transporte urbano son los principales quebraderos de cabeza para los organizadores, obligados a ponerse a trabajar contra el tiempo, en algunos casos sin un proyecto arquitectónico o sin convocar la licitación pertinente.
Las autoridades brasileñas quieren un Mundial con doce estadios y doce ciudades, pero los retrasos en el inicio de las obras ya amenazan a varias de ellas.
Hasta ahora se ha terminado el 7,5 % de las obras, según un reciente reportaje de la revista Veja, que calculó que al ritmo de trabajo actual, Brasil solo conseguirá terminar los estadios en 2038.
De los siete nuevos recintos deportivos, el más atrasado es el de Natal (noreste), donde todavía no comenzaron los trabajos a la espera de la demolición de un antiguo estadio, prevista para el próximo julio.
En Sao Paulo, las excavadoras y apisonadoras empezaron a preparar el terreno de la probable sede del partido inaugural hace apenas dos semanas, todavía sin saber quién pagará el coste extra de las duras exigencias de la FIFA, lo que incluiría la ampliación del aforo hasta 65.000 asientos.
Por lo general, las obras están más avanzadas en los cinco estadios que solo necesitan reformas, a excepción de la sureña Curitiba, donde no se comenzaron los trabajos.
En el Maracaná de Río de Janeiro, sede de la final, las obras han cumplido nueve meses y solo quedan escombros en el lugar de los graderíos del que fuera el mayor estadio del mundo hace seis décadas.
Comparte esta noticia