Autor de masacre del 22 de julio en Noruega reconoció que planeó atentar contra el presidente de EE.UU. cuando éste viajó a Oslo en 2009.
El ultraderechista Anders Behring Breivik, auto confeso de los atentados del pasado 22 de julio en Noruega, planeó atentar contra el presidente de EEUU, Barack Obama, cuando éste viajó a Oslo en diciembre de 2009 a recoger el premio Nobel de la Paz.
El fundamentalista cristiano pensó en colocar un coche bomba en el Ayuntamiento de Oslo, escenario de la ceremonia de entrega del premio todos los años, según confesó él mismo a la Policía noruega durante un interrogatorio, informó hoy el periódico "Dagbladet" en su edición digital.
Breivik pretendía disfrazarse para la ocasión de agente de policía, tal y como hizo en el doble atentado de julio pasado, en el que murieron 77 personas.
El atentado contra Obama habría sido el "objetivo perfecto", pero Breivik lo descartó por las fuertes medidas de seguridad que rodean a la ceremonia del Nobel de la Paz, según reveló el rotativo noruego.
El ultraderechista noruego consideraba que el atentado habría tenido un gran valor simbólico y lo justificaba porque este premio se reparte, según él, "a gente de izquierdas".
Breivik hizo estallar un coche bomba el 22 de julio en el complejo gubernamental de Oslo, causando la muerte a 8 personas, e inmediatamente después, se trasladó a la isla de Utøya, a 45 kilómetros, donde disparó de forma indiscriminada y mató a otras 69.
Casi todos los fallecidos en el segundo emplazamiento eran jóvenes menores de 25 años y asistían al campamento de verano de las Juventudes Laboristas.
Durante los interrogatorios policiales a los que ha sido sometido en estos meses, Breivik ha admitido que entre los posibles objetivos que barajó se encontraban el Palacio Real y la sede del Partido Laborista, ambos en Oslo, según las informaciones filtradas por varios medios noruegos.
El juicio contra Breivik, que permanece en prisión preventiva desde su detención el mismo día de los atentados, comenzará el próximo día 16 en la corte de Oslo.
EFE
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