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Argentina: Plaga de ardillas arruina frutales y sabotea hasta Internet

Foto: Wikimedia Commons (Referencial)
Foto: Wikimedia Commons (Referencial)

La denominada "maldición de Chip & Dale" roe plantaciones, sistemas de riego y hasta cables de teléfono e Internet en Buenos Aires (Argentina).

Una plaga descontrolada de ardillas de origen asiático ha puesto en vilo a productores de frutas de la provincia de Buenos Aires, que ven resignados cómo los simpáticos animalitos arruinan las plantaciones e, insatisfechos, mastican también sistemas de riego y hasta los cables de teléfono e Internet.

Como el pato Donald persiguiendo inútilmente a las escurridizas Chip & Dale, en la ciudad de Luján (70 kilómetros al oeste de Buenos Aires) y su periferia, quienes cultivan nueces, ciruelas, arándanos, kiwis y cítricos ya no saben qué hacer con esos animales.

"Ya no sé a qué santo prenderle una vela. Uso trampas con naranjas maduras como señuelo, pero vuelven una y otra vez", explicó a Efe Ignacio Cámara, productor de kiwi de la zona, cuya producción ha mermado en un 25 por ciento por esta plaga.

Las ardillas se comen los frutos, roen las plantas y las mangueras del delicado sistema de riego y hasta se deglutieron una vez la ropa interior lavada y tendida al sol en la finca de 10 hectáreas de Cámara.

En redes sociales de Internet hay hasta aficionados a los rifles de aire comprimido que se ofrecen a cazarlas, pero los productores rurales de la zona exigen a las autoridades que se fije una metodología única y efectiva para combatir la plaga.

Las ardillas de vientre rojo que causan estos estragos son una especie exótica originaria del sudeste asiático e introducida en Argentina en 1970, cuando un productor rural compró en una tienda de Europa diez ejemplares y los llevó a su campo en Luján como mascotas que luego se escaparon y dieron lugar a una población silvestre que se reproduce sin control.

"Ahora hay miles y miles de ardillas. Calculamos que hay unos quince individuos por hectárea en la zona núcleo", señaló a Efe la bióloga María Laura Guichón, quien dirige un grupo de la Universidad de Luján que investiga desde 2004 esta plaga, sus efectos económicos, la posible transmisión de enfermedades y hasta su impacto en especies animales nativas, como ciertas aves.

Los daños causados por las ardillas de vientre rojo no sólo afectan a los productores rurales ya que en los pueblos aledaños a Luján cada dos por tres se quedan sin luz porque los animalitos se fulminan al correr por los tendidos eléctricos.

También se quedan sin servicio de teléfono e Internet pues los hambrientos roedores mastican los cables.

"Todos los días llama algún cliente porque se queda sin servicio por culpa de las ardillas, que usan los cables como autopistas y afilan sus dientes con el plástico que cubre los cables", asegura Eric Ramos, uno de los responsables de la Cooperativa Telefónica de Flandria, una pequeña localidad cercana a Luján.

La cooperativa, que tiene unos 4.500 abonados de telefonía fija y otros 2.000 de internet, tuvo que hacer una fuerte inversión para reemplazar la red telefónica por un tendido subterráneo de 50 kilómetros y comprar cables blindados para los tramos aéreos, que de todas formas las ardillas atacan.

Pese a todo, en la zona se promociona a estos animales como un atractivo turístico ideal para los que aman caminar y observar la naturaleza: aquí a las ardillas se las ve en cualquier sitio donde hay árboles, sea en los campos, en los jardines domésticos o en las plazas urbanas.

"Las personas, al verlas como un animalito lindo y simpático, las llevan a otros sitios, las capturan y las liberan en campos e incluso en hoteles rurales, algo que está prohibido. Además está el tema del comercio, ya que las ardillas se venden como mascotas, lo que también es ilegal", indicó Guichón.

Así, las ardillas se expandieron a muchas otras zonas de la provincias de Buenos Aires y también se ha detectado su presencia en las de Córdoba y Santa Fe (centro del país).

Guichón alertó de que las ardillas ya están cerca de llegar al delta del río Paraná, donde podrían ocasionar desastres para los productores forestales y también para las especies nativas de ese ecosistema.

-EFE

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