Diversas personalidades lo recordaron como "uno de los cineastas más importantes de todos los tiempos".
Compañeros de profesión, amigos y representantes de la sociedad española coincidieron en afirmar que con la muerte del realizador Luis García Berlanga se va uno de los cineastas más importantes de todos los tiempos y se cierra una época dorada de la cinematografía española.
Los restos del cineasta son velados en la capilla ardiente instalada en la sede de la Academia de Cine, en Madrid, a donde llegaron familiares, amigos y una gran cantidad de representantes del mundo de la cultura y política española.
Alguno de los asistentes fueron la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, y el vicepresidente primero del Gobierno, Alfredo Pérez Rubalcaba, a actores como José Sacristán y directores como Icíar Bollaín o el presidente de la Academia, Alex de la Iglesia.
La actriz Concha Velasco, que protagonizó en 1999 "Paris-Tombuctú", la última cinta del cineasta valenciano aseguraba en declaraciones a Efe que "sin la ironía, sin el humor y sin la crítica social del cine de Berlanga no se entendería la historia de España" de la segunda mitad del siglo XX.
Añadió que fue "uno de los tres directores más grandes de la historia del cine junto a Federico Fellini y Billy Wilder".
Alex de la Iglesia, lamentó la muerte de "uno de los cineastas más importantes de todos los tiempos" y consideró que "Plácido" y "El verdugo" son dos de las mejores películas del cine español.
El actor Juan Luis Galiardo, que trabajó en 1993 a las órdenes de Luis García Berlanga en "Todos a la cárcel", destacó que con el fallecimiento del "inteligente" cineasta se muere la época dorada del cine español, la de los grandes creadores de historias.
Y el actor José Sacristán, que participó en "La vaquilla", aseguró a la salida de la capilla ardiente que Luis García Berlanga "encarnaba la inteligencia en estado químicamente puro".
Berlanga apareció en público por última vez el pasado mes de mayo para inaugurar la sala de cine que lleva su nombre en Madrid, a donde llegó en silla de ruedas y "ya no hablaba ni conocía a nadie", recordó a Efe el director Manuel Gutiérrez Aragón, a quien se le quedó grabado un gesto de Berlanga: "Se llevó un dedo a la cara y se dibujó unas lágrimas".
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