´Es necesario articular políticas específicas para el tema del trabajo infantil sin estar por fuera del tema de la educación´, dijo Guillermo Dema, especialista de la OIT.
En América Latina, según datos de la Unesco, anualmente más de 2.5 millones de niñas y niños abandonan la educación sin haber conseguido culminar la educación básica. Gran parte de estas niños y niñas tuvieran que simultanear el trabajo y la escuela a edades tempranas.
La ayuda y colaboración de los niños en las actividades familiares es parte del proceso de formación y educación. Cuando esta "ayuda" pone en peligro la salud y la seguridad de los niños o bien impide su presencia y aprovechamiento pleno en la escuela, se convierte en trabajo infantil, señaló Guillermo Dema, especialista regional en trabajo infantil y empleo juvenil de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
“La educación es vital, es clave, cuanto más consigamos mejorar los niveles de acceso y también de calidad de la educación, especialmente de los más pequeños más estaremos haciendo para desestimular el trabajo infantil”, agregó el especialista dela OIT.
El convenio 138º de la organización internacional del trabajo, relativo a la edad mínima de admisión al empleo, hace especial hincapié en que la edad mínima para acceder al empleo (en Perú, a 14 años) no deberá ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar.
“Las autoridades laborales, el Ministerio de Trabajo y todos los servicios de inspección tienen un cometido que realizar con respecto al trabajo en casa porque no nos olvidemos en muchos casos que este trabajo infantil (cama adentro) o en hogares de terceros se da también bajo fórmulas de padrinazgos muchas veces con una buena intención en un primer momento y luego acaba convirtiéndose en una trampa nefasta para niños y niñas que se ven recluidos en casa que acaban convirtiéndose en cárceles”, advirtió Guillermo Deza.
Deza finalizó comentando que el promedio salarial de chicos trabajando “cama adentro”, en la mayoría de los casos, no percibe remuneración, “hacen trabajo a cambio de techo y comida, y alguna propina, no están sujetos a régimen laboral ni seguridad social ni seguros médico”.
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