El 29 de febrero existe como una necesidad para nuestra existencia. Si no se hubiese añadido ese día no podríamos seguir el ciclo de la naturaleza.
El 29 de febrero no solo es una fecha particular; es una necesidad. Más allá de la particularidad del día, se encarga de corregir las diferencias en el calendario. Los 365 días y 6 horas del movimiento de traslación terrícola, cada cuatro años suman 366 días.
Según indicó Manuel Maniases, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, los años bisiestos fueron implantados por Dionisio ‘El Pequeño’. El personaje era un monje de Turquía que encontró el desajuste cronológico entre el calendario Juliano y la realidad.
El monje consideró que si el desajuste temporal no se corregía, en unos 500 a 600 años, el solsticio de verano sucedería en el solsticio de invierno y viceversa. Los años bisiestos corrigen los 365 días y horas que no se contabilizan durante los tres años anteriores.
¿Por qué en febrero?
Los seres humanos no podrían seguir el ciclo de la naturaleza. Por ejemplo, la floración de las plantas se realizaría durante el verano. “Si no añadimos a febrero no podríamos controlar ningún fenómeno a través del calendario”, expresó el experto.
De igual modo, este exceso cronológico correctivo que transcurre en el mes de los carnavales se debe a que el cómputo que se realiza depende del solsticio de invierno y de la distancia de la luna respecto a la Tierra.
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