El 4 de junio de 1989 miles de estudiantes cayeron bajo los disparos y los carros de combate del Ejército chino en la plaza de Tiananmen de Pekín cuando pedían democracia en el país.
China vive hoy el 24 aniversario de la matanza de Tiananmen bajo un nuevo líder, Xi Jinping, aunque sin cambios a la hora de aplicar la censura y la represión para silenciar este ignominioso capítulo de su historia.
Fue una tragedia en la que perecieron en la madrugada del 3 al 4 de junio de 1989 entre cientos y miles de estudiantes -el número nunca se ha podido establecer con seguridad- que pedían democracia desde hacía semanas en la plaza de Tiananmen, el corazón de Pekín, y que esa noche cayeron bajo los disparos y los carros de combate del Ejército chino.
Desde entonces, el régimen chino ha aplicado una férrea censura y una dura represión a todo lo relacionado con el "4 de junio" y que incluye desde encarcelamientos forzosos hasta arrestos domiciliarios (52 hoy en todo el país, según la prensa independiente).
Desde la masacre, todos y cada uno de los gobiernos que ha tenido el país han perseguido a los supervivientes de la matanza y estrechado el control sobre sus familiares o los activistas que tratan de arrojar luz sobre lo ocurrido. Muchos siguen aún en prisión.
Y es que, "con Xi Jinping -el recién llegado presidente chino- no ha cambiado nada", afirma contundente Ding Zilin, una de las fundadoras de la agrupación "Madres de Tiananmen", quien lucha por conocer la verdad de lo ocurrido la noche que perdió a su único hijo en el puente pequinés de Muxidi, al oeste de Tiananmen y donde comenzaron los primeras disparos.
En conversación telefónica con Efe, Ding denuncia el fuerte control al que son sometidas las familias y organizaciones en días previos al aniversario año tras año y que impide -también éste- que ella misma pueda ser visitada estos días en su casa, custodiada por agentes de Policía.
"Nos sentimos muy defraudadas con Xi. El problema es grave, China no puede malgastar 30 años sin investigar lo ocurrido: diez años con Jiang Zemin, diez con Hu Jintao y ahora otros diez con Xi Jinping", explica esta madre coraje, que pide al nuevo líder que deje a un lado "el sueño chino" e inicie las reformas políticas.
Ding mantiene que no abandonarán la lucha, sobre todo, contra el olvido, una de las tareas más urgentes para una asociación cuya mayoría de miembros ronda los 80 años y que les enfrenta a aquellos que, por miedo, no cuentan lo que vivieron.
"Algunos supervivientes se mantienen callados. No quieren represalias para los suyos", explica Ding, con quien coincide el periodista Dan Southerland, que con el diario "The Washington Post" vivió las manifestaciones estudiantiles prodemocracia primero y la noche de la tragedia después: "Los padres tienden a proteger a sus hijos no contándoles la verdadera historia".
No obstante, el bloqueo no es total, a pesar de que el "4 de junio" no aparezca en los libros de texto ni en la prensa oficial. Lo confirman diversos universitarios en Pekín, quienes afirman que "los jóvenes de hoy saben", aunque poco, sobre lo que ocurrió, y a pesar de verse limitados a la hora de buscar información.
En internet el interés era hoy evidente: el número "64" -4 de junio- fue uno de los términos más buscados, aunque al introducirlo no aparecen resultados.
La paranoia del régimen llegó incluso a bloquear la palabra "hoy" o "gran pato amarillo", después de que circulara por internet la histórica foto del desconocido manifestante que se enfrentó a una hilera de tanques en el 89 y que el lunes, en una imagen que fue vista por numerosos chinos -en algunos casos, por primera vez-, hacía frente a patos gigantes, en una forma de combatir la censura mediante la ironía.
Esta fotografía ha sido la referencia para el mundo occidental de la tragedia sucedida en China, donde hoy no se verá en público ninguna conmemoración, salvo en la vigilia en la isla de Hong Kong, región con mayor independencia.
De ahí que muchas organizaciones no gubernamentales desde Pekín -que han suspendido todos sus actos estas dos semanas por "orden oficial"- coincidan en criticar que el Gobierno de Xi Jinping se aferra a los viejos métodos para acallar este aniversario.
EFE
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