El presidente chino advirtió a su llegada al poder que su mandato vendría marcado por la austeridad en el gasto público.
El presidente chino, Xi Jinping, advirtió a su llegada al poder que su mandato vendría marcado por la austeridad en el gasto público, pero ha tardado meses en decretar la primera medida que verdaderamente lo demuestra, una orden que prohíbe durante cinco años la construcción de nuevas sedes de gobierno.
La ordenanza llegó sin anuncios previos ayer, martes, cuando una comunicación conjunta del Consejo de Estado (gobierno central) y el Partido Comunista de China anunciaba que hasta 2017 no habrá posibilidad de que ayuntamientos o gobiernos provinciales dispongan de nuevas sedes.
La orden, que se dice "acorde con la campaña nacional de austeridad", también prohíbe nuevas estructuras oficiales tales como centros de formación de mandatarios u hoteles para altos cargos estatales, como los que existen en Pekín y otras grandes ciudades del país.
Aunque sí se permitirán obras de remodelación o restauración de antiguas instalaciones, el Gobierno central examinará con lupa estos proyectos y sólo aprobará los que se lleven a cabo para aumentar medidas de seguridad o para recuperar funciones de las oficinas, prohibiendo "obras caras e innecesarias".
Asimismo, prohíbe a gobiernos a todos los niveles colaborar con empresas de construcción en proyectos inmobiliarios, así como cualquier tipo de donaciones o patrocinios a firmas del sector, que en China también ha vivido su particular burbuja (no sólo en sedes oficiales, aunque en éstas ha habido casos más llamativos).
En la directiva estatal se denuncia que en los últimos años se han construido algunas sedes de gobiernos locales irregularmente y con grandes excesos presupuestarios, "lo que ha dañado la imagen del Partido Comunista y el Gobierno, aumentando la vehemencia del descontento público".
EFE
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