¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Será que papá no me va a volver a ver? Y si no me ve, ¡me a va dejar de querer!, ¡se va a olvidar de mí!
¿Por qué papá ya no vive en la casa?
¿Por qué se llevo sus cosas a otra casa?
¿Por qué ya no podemos vivir todos juntos?
¿Acaso se ha ido por mi culpa?
Cuando uno de los padres se va de la casa, los niños experimentan sentimientos que van desde la nostalgia porque ya no pueden compartir con ellos la vida cotidiana, hasta preocupación por el bienestar y estado general del que se ausenta. Esto genera un duelo corto o largo, intenso o leve dependiendo de muchos factores. Los pequeños sienten ese alejamiento al comprender que ya no van a vivir en la misma casa y que hay ciertas restricciones para compartir el tiempo con él.
Con una separación o un divorcio, se modifica el concepto social de familia. Esta familia que nos dibujan en los libros, que salen en las películas, que enseñan en las escuelas: Papá, mamá e hijos.
Pero ante la separación, qué sucede; ¿dejamos de ser familia? , ¿me quedé sin familia?. Definitivamente la respuesta es NO; sin embargo, debo elaborar que mi familia ha cambiado y que ahora somos una familia diferente. Menciono esto así porque, aunque usted no lo crea, los niños/as lo ven así. Para ellos la desintegración de la familia los coloca de alguna manera en la posición de huérfanos.
A la separación física, le precede una separación emocional. Algo cambió en la familia, en la relación. De alguna manera se ve venir y si no lo vi venir, fue porque probablemente el dolor de pensarlo fue tanto que me negué a ver las señales.
No siempre los niños tienen claridad sobre el tipo de sentimiento que experimentan. Aunque no exprese abiertamente tristeza es posible que no hablar como usualmente lo hace, estar muy irritable o negarse a salir, sea una forma de vivenciar el abatimiento; los niños actúan en su comportamiento sus emociones mas profundas de manera muchas veces, diferente a la de los adultos.
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