Una reportera de RPP cuenta la experiencia vivida tras quedar varada en la Carretera Central por la caída de huaicos.
Por Heidi Paiva
Dieciocho horas sin comida, sin agua, sin servicios higiénicos, pero con demasiada incertidumbre. Eso es lo que pasamos los pocos periodistas que pudimos llegar a la zona donde cayeron los huaicos en
Aproximadamente a las 6 de la tarde de ayer, jueves, un deslizamiento de grandes rocas y lodo interrumpió completamente
A las 7 de la noche de la víspera 4 cargadores frontales de Provías iniciaron los trabajos de limpieza del kilómetro 64, pero cuando ya estaban por culminar la limpieza cayó un segundo deslizamiento producto de la incesante lluvia que soportó la zona desde las 7 de la noche del miércoles.
La carretera quedó nuevamente interrumpida pero esta vez, grandes rocas de entre 8 y 15 toneladas se llevaron las esperanzas de un pronto retorno a casa de las cientos de personas varadas.
Para empeorar la situación, el único restaurante de la zona "Maribel" se quedó completamente desabastecido en apenas un par de horas. Se acabó la comida, el agua, las golosinas, todo. Muchos no alcanzaron a compra ni un paquete de galletas y otros viajaban sin dinero, con las justas habían pagado el precio de su pasaje hacia su destino. Y no pudieron comprar nada.
La señora Edelmira Quispe, por ejemplo, iba hacia Huancayo con su bebé en la espalda y una pequeña mascota, un perro, que llevaba en una bolsa de plástico. Su bebé lloraba pidiendo agua, pero ella no tenía ni dinero para comprarla ni lugar dónde hacerlo. Tuvo que conformar a su hijo con la leche de su pecho. Pero el pequeño "Moisés" de 8 meses no dejó de llorar. También tenía hambre.
Al igual que Edelimira, la mañana de hoy viernes cientos de personas empezaron a sentir el hambre ocasionada por más de 10 horas sin probar bocado. En ese momento aparecieron algunas vendedoras de comida ofreciendo carne picante, arroz con pollo y cau cau que en realidad era más que todo un guiso de papa. El huaico no permitió que la vendedora pudiera comprar más mondongo.
Mientras continuaban los esfuerzos por despejar la vía y la fila de vehículos continuaba creciendo, aproximadamente a las 7 de la mañana decidimos, al igual que muchas personas también varadas, comenzar nuestro retorno a Lima a pie caminando desde el kilómetro 70 y sorteando una serie de dificultades además del intenso frío que un gran número de afectados afrontaron con pantalones delgados, polos de manga corta y sandalias. Hubo tramos de la carretera en donde la gente tuvo que caminar con el lodo hasta las rodillas porque simplemente no había otro camino.
En el kilómetro 63 de
Pese al largo y cansado camino, aquellos que decidieron caminar tuvieron suerte. En el lugar de los huaicos quedó mucha gente que no podía moverse por más que así lo quisiera. Se trataba de los comerciantes que veían entre lágrimas descomponerse la mercadería, fruta, vegetales y otros, que trasladaban en pesados camiones para su posterior venta. Algunos la remataron a precios por debajo del costo. Otros se resignaron a perderla toda.
A esta hora queda mucha gente que espera dentro de sus vehículos a que se reanude totalmente el tránsito para poder llegar a su destino. Como anécdota podemos contar que estuvimos 18 horas en la carretera afectada por los huaicos y sólo pudimos comer un poco de arroz, un chocolate y una gaseosa. Y fuimos una de las pocas personas afortunadas. Muchos siguen allí, a esta hora, prácticamente un día sin comer absolutamente nada.
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