Investigación canadiense revela declive de la escorrentía por deshielo de glaciares de la cordillera Blanca, situación que se esperaba que ocurra recién en 20 o 30 años.
El agua que suministran los glaciares de la cordillera Blanca, vital para una extensa región del noroeste peruano ya llegó a su cota máxima y ahora está en declive, 20 o 30 años antes de lo que se preveía, revela un estudio publicado por la revista británica Journal of Glaciology.
La investigación denominada “Retroceso de glaciares y recursos hídricos en la cordillera Blanca de Perú” dirigida por el glaciólogo Michel Baraer de la canadiende McGill University, refiere que en temporada seca habrá una reducción del 30% del flujo de agua en la cuenca del río Santa.
“Cuando el tamaño de los glaciares empieza a reducirse, se genera un aumento transitorio de escorrentía a medida que pierden masa, nuestro estudio revela que los glaciares que alimentan la cuenca del río Santa ya son demasiado pequeños para mantener los anteriores flujos hídricos, en la temporada seca habrá 30% menos agua” señala Baraer, autor principal del estudio.
Nuestra cordillera Blanca tiene la mayor cantidad de glaciares de todas las cadenas montañosas tropicales del mundo. En la década de 1930 esos hielos cubrían hasta 850 kilómetros cuadrados y a fines del siglo XX ocupaban una superficie inferior a los 600 kilómetros cuadrados.
Según el Instituto Francés de Investigación para el Desarrollo, en los últimos 30 años, los glaciares tropicales andinos perdieron entre 30% y 50% de sus hielos, buena parte de esa pérdida se registra desde 1976 y es atribuible al aumento de temperatura producto del cambio climático.
La mayor parte de las aguas del deshielo se vierte en la cuenca del río Santa. Los investigadores compararon mediciones del flujo hídrico tomadas desde los años 50 a los 90 y concluyeron que de las nueve sub cuencas de El Santa estudiadas, siete "ya pasaron su punto de inflexión y ahora exhiben una decreciente descarga hídrica en la estación seca".
“Hasta ahora se creía que esta disminución se registraría en 20 o 30 años, dando tiempo para adaptarse a un futuro con menos agua. Pero esos años no existen", insistió Baraer.
La zona es extremadamente seca, y el Callejón de Huaylas y la provincia agrícola de Carhuaz dependen completamente de la cuenca de El Santa para irrigar sus extensos campos de cultivo.
El Santa es también la principal fuente de agua potable de las ciudades de la zona, como ocurre con buena parte de los ríos andinos. Es el caso de Lima, la segunda ciudad desértica más poblada del mundo después de El Cairo, que depende de la cuenca andina del río Rímac.
El pasado verano, los investigadores midieron el volumen hídrico de El Santa desde su desembocadura hasta el Océano Pacífico y concluyeron que menos del 20% del agua llega al mar, el 80% se usa en el trayecto.
"En la atmósfera hay tanto dióxido de carbono por la quema de combustibles fósiles que ya es demasiado tarde para la mayoría de los glaciares andinos, la disminución del agua está garantizada; la única pregunta es cuánta se perderá y a qué velocidad” concluyó Baraer.
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