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Del salvajismo a la civilización: Lo buenos modales en la antigüedad

¿Sabía que en el siglo XV estaba prohibido ´descubrir los miembros que la naturaleza cubrió con el velo del pudor´ y que para limpiarse los dedos mientras se come recomendaban utilizar un pan?

Hablar de reglas de conducta aceptadas por la sociedad es remitirnos a ultra consultados libros de buenos modales y protocolo como el de Manuel Carreño o los recientemente denominados ‘meñiques’.

Pero por qué el ser humano se preocupa tanto en aplicar dichas normas. Acaso lo que hoy es correcto, lo fue el siglo pasado o si queremos ir más allá, en el siglo XV.

¿Qué hace que las personas se controlen y sepan cuál es el correcto comportamiento y qué aspectos deben ser ocultados o privados?.

Para llegar a dicha conclusión repasaremos algunos pasajes de dos de los manuales o mejor dicho “tratados” más antiguos que dejan a la imaginación el comportamiento humano en esas épocas.

Se trata de la Civilitate Morum Puerilium (De la urbanidad en la manera de los niños) de Erasmo de Rotterdam. Un libro dirigido a los mas jóvenes, acuñado en 1530. El segundo es Les règles de la bienséance et de la civilité chrétienne de De La Salle (1729).

Sobre las necesidades naturales

“Un hombre bien educado no debe nunca descubrir los miembros que la naturaleza cubrió con el velo del pudor; si las circunstancias lo obligaran a ello, debe hacerlo con decencia y recato, incluso aunque no haya testigos. Puesto que los ángeles están siempre presentes y nada les agrada más en un muchacho que el pudor, el compañero y guardián del comportamiento decente. Si el pudor impide ya mostrarlos a otro, mucho más impide dejarlos tocar por otro”.

“Es malo para la salud retener la orina; lo honesto es orinar en secreto. Algunos recomiendan a los niños que retengan los ruidos apretando las nalgas. Pues bien, está mal recoger una enfermedad por querer ser educado. Si se pede salir, hágase aparte; si no, sígase el viejo proverbio: disimule el ruido con una tos. Por lo demás, por qué los mismos libros no aconsejan que no se defeque, puesto que es más peligroso retener un viento que los excrementos”.

(Erasmo de Rotterdam)

Sobre el buen comportamiento en la mesa

Cuando se tienen los dedos muy grasientos, conviene desengrasarlos primeramente con un trozo de pan que hay que dejar de inmediato sobre el plato.

(De La Salle)

Sobre el modo de sonarse

Sonarse con el gorro o en la chaqueta es cosa de rústicos; hacerlo con el brazo o en el codo, es cosa de pescadores. No es  más educado sonarse con la mano si el moco cae en a chaqueta. Hay que recoger la suciedad de la nariz con un pañuelo, como manda el decoro, al tiempo que se vuelve uno, especialmente si hay superiores.

 Sobre el modo de estornudar

“En la iglesia, en casa de los señores y en todos los lugares en los que reina la limpieza, es preciso escupir en el pañuelo. Es una grosería imperdonable la costumbre que tienen los niños de escupir en el rostro de sus compañeros: no existen castigos suficientemente severos para estas faltas de educación. Tampoco tienen excusa los que escupen por las ventanas, sobre las paredes y en los muebles”.
(Erasmo de Rotterdam)

Los ejemplos anteriores demuestran que la sociedad cortesana se preocupaba por ocultar lo que debía ser privado y los buenos modales en público. En realidad es recién en aquella época que los ciudadanos empiezan a diferenciar lo público de lo privado y a interiorizar normas, pues comienzan a desarrollarse sentimientos de pudor y vergüenza que los obligan a controlar los impulsos, antes cotidianos.

 

Christian López

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