El caso se detectó en un animal muerto que no llegó a entrar en la cadena alimentaria, según explicó la viceministra galesa de Agricultura y Alimentación, Rebecca Evans.
Las autoridades sanitarias británicas han identificado un caso de Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), conocida como el mal de las vacas locas, en una granja de Gales, informó hoy el gobierno de esa región autónoma.
El caso se detectó en un animal muerto que no llegó a entrar en la cadena alimentaria, según explicó la viceministra galesa de Agricultura y Alimentación, Rebecca Evans, que lo calificó como un hecho "aislado".
El Reino Unido efectúa controles sanitarios a todas las vacas de más de cuatro años que mueren en granjas para evitar la propagación de una enfermedad de la que se confirmó un caso en el país en 2014 y tres en 2013.
"La identificación de este caso demuestra que los controles que hemos diseñado están funcionando bien", dijo Evans, mientras que la Agencia de Salud Pública y Estándares Alimentarios de Gales aseguró que no hay riesgo para la salud humana a raíz de este hallazgo.
La viceministra sostuvo que "la carne de ternera de todo el Reino Unido se continúa produciendo de acuerdo con las normas de la Organización Mundial de Sanidad Animal".
A raíz de la crisis de las vacas locas, que se inició en la década de 1990 en el Reino Unido, la Unión Europea (UE) vetó la exportación de carne británica al resto de los países miembros desde marzo de 1996 hasta mayo de 2006.
El ejecutivo autónomo galés subrayó que continúan las investigaciones para determinar las circunstancias en las que se ha producido la aparición de un caso de una enfermedad que se puede trasmitir a los humanos, dando lugar a una variedad del síndrome de Creutzfeldt-Jakob, una afección neurológica.
Diagnosticada por primera vez en 1985 en el Reino Unido, el mal de las vacas locas es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central de los bovinos que se caracteriza por la aparición de una serie de alteraciones en el comportamiento que concluyen con la muerte.
Los animales que desarrollan EEB se vuelven nerviosos y agresivos, reaccionan exageradamente ante pequeños estímulos, rechinan sus dientes, presentan falta de coordinación, tienen dificultades para sortear obstáculos y sufren temblores.
EFE
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