Sarkozy aprovechó las desgracias de la oposición para recuperar estatura política en casa.
El escándalo causado por la caída en desgracia de la gran esperanza de los socialistas franceses, Dominique Strauss-Kahn, para sustituir a Nicolas Sarkozy como presidente sorprendió al país y despejó algo el terreno al actual jefe del Estado.
Preparado con antelación y no demasiado sigilo, el anuncio de la candidatura del ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI) tropezó en mayo con la acusación por agresión sexual lanzada por la camarera de un hotel de Nueva York contra el político socialista.
Desde entonces, nada fue igual para los socialistas galos, cuyo proceso de primarias arrancó descabezado de manera inesperada y condujo finalmente a François Hollande a la candidatura para los comicios presidenciales de 2012.
Por el camino, además de sacar a la luz detalles de la vida privada de DSK, los socialistas se dejaron buena parte de las bazas con las que contaban para derrotar el año próximo a un Sarkozy que bajaba constantemente en los sondeos de simpatías de los franceses.
El impacto de la noticia bomba sobre DSK y sus relaciones sexuales privadas a propósito de una denuncia que fue archivada por la Justicia estadounidense tuvo consecuencias en Francia, donde una periodista, Tristane Banon, intentó -sin éxito por ahora- sentar a Strauss-Kahn en el banquillo por un presunto intento de violación.
Además, otra investigación sobre proxenetismo abierta en Lille (norte) mezcló el nombre de DSK de nuevo con asuntos en principio privados pero que todavía plantea interrogantes acerca de las relaciones político-privadas que mantuvo el político socialista con personas con aspiraciones, para una hipotética futura presidencia de la República del líder socialista.
Las consecuencias definitivas de todo ello aún se desconocen, puesto que ya se advierten vínculos entre las investigaciones en Francia y las archivadas en Estados Unidos, que podrían originar nuevos capítulos de este auténtico culebrón.
Lo que sí pareció claro es que Sarkozy -que fue padre de nuevo de una hija con su esposa, Carla Bruni- aprovechó las desgracias de la oposición e incluso las pésimas noticias del impacto de la crisis financiera sobre Francia para recuperar estatura política en casa.
Como presidente de turno del G20, el jefe del Estado galo exhibió su relación con el presidente estadounidense, Barack Obama -con entrevista a dúo en televisión incluida durante la Cumbre de Cannes-, aunque el amigo americano no ofreció protección suficiente al deterioro evidente de las finanzas galas, tocadas de lleno por la crisis de la eurozona.
Al abrigo de su preciada calificación "triple A", Francia evitó hasta lo que pudo las consecuencias de la crisis de la deuda soberana, pero las últimas noticias ya colocaron al país en la clasificación de los que tienen serios problemas.
El Gobierno galo admite ya que 2012 no solo será año electoral, sino también "annus horribilis" en lo económico, con reducidas tasas de crecimiento, próximas al estancamiento y al borde de la recesión, y con la aplicación de medidas de ajuste fiscal sin precedentes.
Con ese menú previsto, el presidente Sarkozy ha jugado a fondo la carta del eje franco-alemán como tabla de salvación de un prestigio e influencia dentro de la Unión Europea que las cifras no apoyan totalmente, como puso de evidencia el peligroso alejamiento del diferencial entre los tipos de interés de la deuda de ambos países.
La regla de la comparación con los vecinos del Este -París de nuevo intentando estar en la misma liga que Berlín en todo- quedó sometida a una duda más que razonable, a pesar de la reforma conjunta de los Tratados de la UE de la que Sarkozy insistió en presentar como un ejercicio entre iguales.
Para 2012 al presidente actual -que anunciará probablemente su candidatura al Elíseo a principios de año- se le presenta el doble reto de aprovechar la ligera ventaja que le concedan los sondeos frente a los socialistas y de evitar que el país descienda por un tobogán que ya han probado otros de los Estados de la UE cuasi-candidatos al rescate financiero. (EFE)
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