Ahí nació Skenderbej, el héroe nacional albanés que en el siglo XV hizo de la ciudad el centro de sus 25 años de resistencia contra los turcos.
El bazar de Kruja, con su aire oriental, su mezquita con minarete blanco, sus callejuelas empedradas y sus diminutas tiendas de madera no es sólo uno de los patrimonios culturales de Albania, sino también un creciente destino turístico.
Ya en la Edad Media, la ciudad de Kruja fue descrita por los viajantes y mercaderes como un "trozo de Estambul en el mar Adriático".
Su ubicación a sólo 17 kilómetros del mar, hace que sea conocida como el "balcón del Adriático", desde donde en los días despejados se pueden reconocer las luces de la distante ciudad italiana de Bari y de la montenegrina Ulcinj.
En Kruja nació Skenderbej, el héroe nacional albanés que en el siglo XV hizo de la ciudad el centro de sus 25 años de resistencia contra los otomanos, que acabaron por ocupar el país durante cinco siglos.
Fundado en ese período e incendiado tres veces en sucesivas guerras, el bazar ha conservado su atmósfera oriental llena de colores vivos y de mercancías que van desde tradicionales vestidos, baúles y cunas, hasta modernas tazas de té con el retrato del primer ministro, Sali Berisha.
"En el bazar no sólo se vende, sino que se produce artesanalmente ante los ojos de los turistas, lo que lo hace único en todo el país", dijo a Efe, Lulzim Guni, alcalde de esa ciudad de 16.000 habitantes.
Afirmó que en 2010 visitaron esa ciudad, cercana a Tirana, unos 360.000 turistas, frente a los 200.000 que acudieron en 2006.
Entre los recuerdos más apreciados están los kilim (alfombras) de lana con motivos y colores nacionales, hechos incluso a medida por mujeres que trabajan en telares colocados en las tiendas.
"Necesito un mes para acabar un kilim, que vendo por 150 euros, lo que nos sirve para alimentarnos una semana. No me gusta que mi hija trabaje como yo, y por eso la he enviado a estudiar Economía a Tirana, donde hay trabajos mejor pagados", se lamentó Tana, que lleva 35 años tejiendo.
Pero Hysen, otro artesano, no piensa como ella y se siente orgulloso por haber transmitido a su nieto de 15 años el arte de fabricar "qeleshe" (un gorro típico) de lana en el sótano de su tienda.
Otros productos apreciados, especialmente en bodas y fiestas, son los chalecos de "shajak" (tela de lana batida) con motivos tradicionales rojinegros para caballeros y los de terciopelo bordados con "gjymyshk" dorado (una especie de seda) para mujeres.
Sin embargo, el tamaño del bazar de Derexhik, como lo llaman los locales, se ha ido reduciendo con el tiempo.
"A principios de 1900 había 170 negocios y Derexhik era una tercera parte del gran bazar, donde se vendían cereales y lácteos. Ahora quedan sólo 60 tiendas como recuerdo de su espléndido pasado", explica Fadil, un viejo orfebre mientras restaura un anillo de plata.
El de Kruja es uno de los pocos mercados otomanos restaurados durante el comunismo, que abolió cualquier tipo de propiedad privada.
En los primeros años de la democracia se convirtió en el principal centro de venta de reliquias y antigüedades conservadas por la población de diferentes provincias del norte y centro del país.
Pero hoy en día están penetrando imitaciones chinas, lo que está dañando la buena imagen de este característico bazar otomano, según confiesan los viejos artesanos.
-EFE
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