Con motivo de la visita de las reliquias de Santa Teresa de Jesús al Perú, conozca quién fue esta mujer santa, patrona de las misiones y doctora de la Iglesia.
A los 15 años entró al Convento del Carmelo por un permiso especial del Papa León XII, cuando el ingreso a la orden carmelita era a los 18 años. Fue así que en 1888 Teresa Güerin empezó en Lisieux la vida religiosa alejada del mundo y años después sería proclamada santa, patrona de las misiones y doctora de la Iglesia.
Muchos pensarán, ¿cuál es el legado y enseñanzas que dejó esta joven francesa que vivió apenas 23 años en un convento de claustro? Santa Teresa de Jesús vivió solo ocho años de monja, pero fue una vida muy fructífera en la cercanía con Jesucristo, que hace de ella una gran santa”, dijo el teólogo Gustavo Sánchez.
No tuvo grandes títulos en teología ni cargos importantes en la orden, sino solo dejó algunos pocos escritos. Por orden de su superiora, Santa Teresa de Jesús comienza a escribir su autobiografía Historia de un Alma y al mismo tiempo contrae tuberculosis, enfermedad que dos años después le causó la muerte.
“Con su testimonio de vida y los pocos escritos que dejó ha sabido enseñar lo que significa la vida cristiana en su máximo grado que es vivir la caridad de la manera más elevada y eso es la santidad”, explicó Gustavo Sánchez, quien es doctor en Teología y profesor principal de la Facultad de Teología Pontificia Civil de Lima.
Para Sánchez, “la santidad no consiste en hacer cosas extraordinarias, trepar el Himalaya o llegar a los pueblos caníbales del África. En el convento ella lavaba los platos, hacía labores de limpieza y ayudaba a los enfermos. La santidad es hacer las cosas ordinarias de manera extraordinaria, con la máxima caridad posible”.
Tres enseñanzas de la santa de lo ordinario
En Santa Teresa de Jesús destaca su infancia espiritual, es decir, la importancia de hacerse como niño para entrar al reino de los cielos. “Es tener la humilde necesaria, una dependencia de Dios y la actitud del que se sabe agradecido. Es ser como un niño y no tener actitudes de malicia, cálculos o intereses como los mayores”, dijo Sánchez.
Una segunda enseñanza fue su oración permanente con Dios. “Las misiones implican todo un trabajo físico y material que necesitan de un respaldo espiritual y eso viene por la oración. La oración de Santa Teresa fue ese impulso que se necesita para la misión de la Iglesia en el mundo”, precisó el teólogo.
Finalmente, dio una especial relevancia a la virtud de la humildad. Santa Teresa de Ávila, la reformadora de la orden carmelita, decía que la humildad es andar en verdad. “Santa Teresa de Lisieux no se sentía menos, sino que era sencilla. Hoy ser sencillo es algo que se rechaza. Mientras más sofisticado eres, se es mejor visto por la sociedad. Hoy es común mostrar o aparentar lo que uno debería ser y que no es. Es todo lo contrario a la sencillez”, comentó Sánchez.
Cabe señalar para celebrar el centenario de la llegada de los padres Carmelitas Descalzos en el Perú, se encuentran hasta el 30 de noviembre en el país las reliquias o restos mortales de Santa Teresa de Jesús guardados en una urna que puede ser venerada por los fieles.
La oración: una fuerza invisible
“La vida contemplativa o la vida del claustro es una vida donde se renuncia al mundo y su actividad externa. No porque el mundo no me interesa, sino todo lo contrario. Me interesa tanto que dedico mi existencia para pedir por ese mundo a Dios para que derrame su gracia sobre él”, explicó el especialista.
Sánchez señala que según las estadísticas, las vocaciones que más se han mantenido sobre todo después del Concilio Vaticano II son las de vida contemplativa. “Nunca han dejado de llegar vocaciones. Hay mucha gente que descubre un llamado a vivir así y ahí encuentran su felicidad”, expresó.
Video recomendado
Comparte esta noticia