Bombones artesanales hechos con pétalos de flores y ramos de flores bañados en chocolate son la oferta de una pequeña empresa austriaca para resolver la eterna duda de qué obsequiar a la persona querida.
Bombones artesanales hechos con pétalos de flores y ramos de flores bañados en chocolate son la oferta de una pequeña empresa austriaca para resolver la eterna duda de qué obsequiar a la persona querida.
El informático vienés Michael Diewald comenzó de niño, en los años setenta, a coleccionar -junto con sus abuelos- flores, setas, bayas y todo tipo de plantas silvestres en los bosques alrededor de la capital austriaca.
"Estudié y trabajé en informática durante casi diez años, lo que hoy considero un "error de juventud". Al final volví a mi vocación verdadera: dedicar el tiempo a la naturaleza y trabajar con plantas silvestres", cuenta el fundador de la empresa "blühendes Konfekt", lo que en español significa "bombón floreciente".
Hace unos 15 años Diewald empezó a experimentar con sustancias y sabores naturales para fabricar huevos de Pascua, que repartía entre sus familiares y que vendía en una tienda de productos biológicos.
Pero con el paso de los años su pasión por las plantas, especialmente las silvestres, se convirtió en una obsesión que finalmente transformó en su nueva profesión.
"He conseguido crear mi propio puesto de trabajo", explica a Efe con orgullo el austriaco en su taller, situado en un barrio céntrico de Viena, que puede ser visitado de forma virtual en la página web www.bluehendes-konfekt.com.
En la pequeña fábrica se amontonan en estantes los frascos con flores azucaradas, mermeladas y otras sustancias que Diewald utiliza para la producción de sus bombones y chocolates especiales.
La empresa existe desde 2007 y cuenta con un salón de ventas y el mencionado taller, donde Diewald juega con sabores y prepara las materias primas para sus bombones.
La masa de esos exclusivos bombones, cuyo precio ronda los dos euros por unidad, suele ser una mezcla de mazapán y diferentes nueces y chocolates, a la que luego se incorporan distintas sustancias.
Uno de los bombones más exóticos está hecho de extracto de piña, mazapán, chocolate blanco y pétalos de albahaca.
"Memorizo los sabores para combinar distintos aromas, como un jugador de ajedrez que juega partidas enteras en su mente", asegura.
De hecho, su idea inicial no fueron los bombones sino los ramos de flores bañados en chocolates.
Tras del éxito de las flores Diewald comenzó a experimentar con los bombones, que hoy constituyen la base principal de su negocio y de los que vende unas 50.000 unidades por año.
"Blühendes Konfekt" ofrece 15 bombones diferentes, hechos con un centenar de extractos y pétalos de menta, lila, pelargonio, rosas, saúco, hipericón, azafrán, chili, naranja, limón y jengibre, entre otras plantas.
Estas pequeñas "obras de arte" culinarias están decoradas con pétalos y flores azucarados, lo que les da un toque de exclusividad.
"Mi objetivo es conseguir las plantas por vías extrañas, a través de amigos, en los bosques y pequeñas huertas biológicas", cuenta Diewald, quien asegura trabajar sólo 30 horas a la semana.
Según este empresario poco convencional, ampliar demasiado el negocio rompería su esquema de sostenibilidad, ya que tendría que recurrir a criaderos y suministradores convencionales.
Así es que "blühendes Konfekt" vende sus productos en Viena sólo en el taller, de los que envía una selección limitada de sus bombones y ramos de chocolates a cafeterías de Salzburgo y de Berlín.
"El problema es el envío. Los hemos intentado ya todo, y lo único que funciona es transportar las cajas en coche y eso, con mucho cuidado para que los bombones no se rompan", cuenta Diewald.
La empresa, que tiene seis empleados a tiempo parcial, ofrece sus bombones por separado u ordenados en cajas de entre tres y veinte unidades, bajo lemas como "Send me roses" (envíame rosas) o "de Luxe".
EFE
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