El trabajo voluntario es aquel en el que se entrega lo mejor de uno sin recibir nada a cambio. Desde octubre de 2006, un grupo de voluntarios italianos llegó al Perú y se instaló a más de tres mil metros sobre el nivel del mar, en las lejanas comunidades campesinas de Chiara y Vischongo, en el departamento de Ayacucho. El grupo de voluntarios italianos integraban la institución Erci Team Italia
Pero Erci Team comprendió que debía buscar aliados que les permitieran tener un mayor contacto con la comunidad. Caritas Ayacucho se unió al proyecto. L meta era convertir a las 14 comunidades en focos de ecoturismo como lo recuerda Walter Ascarza , un ayacuchano responsable local del proyecto.
Hasta ese momento, la historia de Chiara y Vischongo era similar a otras comunidades del interior del país. Eran tierras de paisajes hermosos pero de gente olvidada. Sus pobladores, la mayoría entre los cero y veinte años, no recibían educación, ni mucho menos oportunidades de trabajo.. El propósito de Erci como lo recuerdo Andrea Ravaglioli sería desde entonces, enseñar a los vecinos de Chiara y Vischongo a proteger la naturaleza y fomentar nuevas labores..
Niños, adultos y ancianos recibieron charlas sobre el cuidado del medio ambiente en quechua y aymara. Algunas veces hacía falta carpetas y asientos, pero los campesinos se reunían al aire libre para conversar sobre la problemática de su pueblo. En poco tiempo, aprendieron a reciclar los residuos de sus casas y participaron en campañas de limpieza. Se organizaron desfiles contra la quema de pastos, la tala indiscriminada y la reforestación de plantas nativas. Con todo lo aprendido, los pobladores de Chiara y Vischongo viajaron a comunidades vecinas para educar a otras familias sobre la necesidad de proteger la naturaleza.
El resultado no pudo ser mejor. En menos de tres meses, casi mil personas de 14 comunidades se reunieron en veintiséis talleres de sensibilización. Con un pequeño capital, iniciaron la reconstrucción de la vieja pscigranja para criar truchas y cultivaron viveros forestales y frutícolas. Mucho más preparados el nuevo desafío era incrementar el turismo. Por eso, comenzaron la remodelación de la ex casa-hacienda de Pomacocha, para convertirla en albergue.
Ercilio Paquiari , profesor quechua-hablante de Vischongo ha participado desde el inicio en el proyecto de Erci y para él, este último año, la vida en su comunidad se ha transformado ‘todo ha mejorado, hemos cambiado. Ya no quemamos puyas. Todo este cambio es para nuestros hijos’.
El bosque de Pullas de Raimondi se ha convertido en una oportunidad adecuada para impulsar el desarrollo de los comuneros de la zona. Los pobladores se han propuesto crear un área de conservación regional para el cuidado del ecosistema de la Puya Raimondi. De esta manera, podrían manejar y recuperar el entorno heredado de nuestros ancestros.
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