La fiesta española nació en 1945 como una broma entre amigos.
La lluvia, los rayos y los truenos no impidieron que Buñol (este de España) se tiñera de rojo en su fiesta más internacional, la Tomatina, una "batalla" de tomates en la que este año por primera vez se ha tenido que pagar para participar.
Un total de 15.000 personas procedentes de 60 países, entre ellos australianos, estadounidenses o japoneses junto a los españoles, abonaron diez euros (13 dólares) para formar parte en esta justa junto a 5.000 vecinos de Buñol, que accedían de forma gratuita a las calles acotadas para la Tomatina.
Los organizadores decidieron cobrar entrada para reducir a 20.000 los participantes en el recinto acotado en varias calles del pueblo, que llegó a reunir 50.000 personas en ediciones anteriores.
Pero ni la lluvia ni el precio para poder participar impidieron que la guerra de tomates, con 130.000 kilos de esta fruta, durara una hora, como marca la tradición.
La previsión meteorológica se cumplió y una intensa lluvia, acompañada de rayos y truenos, cayó sobre los participantes que, lejos de verlo como un impedimento, lo disfrutaron.
Los asistentes a la Tomatina, ataviados con ropas viejas o disfraces y con gafas de bucear para protegerse los ojos, comenzaron a disparar tomates, tras aplastarlos para aminorar el dolor de su impacto, sobre sus compañeros de batalla, liberando adrenalina a tomatazo limpio.
En pocos minutos, un líquido viscoso y rojo comenzó a inundar la calzada y a cambiar el color de las fachadas y de la vestimenta de los participantes de esta contienda, que finalizó a las 11.45 horas (9.45 GMT), momento en que comenzaron a limpiar las calles cerradas para la fiesta.
La expectación que levanta la Tomatina, declarada en 2002 Fiesta de Interés Turístico Internacional, concentró en Buñol a un centenar de medios de comunicación de todo el mundo, que sitúan por un día a esta población valenciana en epicentro de la información.
Periodistas de Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda o Canadá, fueron testigos de esta singular batalla de tomates, junto a los medios españoles.
Su proyección ha llegado hasta Estados Unidos y el pasado 24 de agosto se celebró en Petersburg (Virginia) el "Tomato Royale", en la que unas 5.000 personas se enzarzaron en una batalla con tomates inspirada en la Tomatina.
La fiesta española nació en 1945 como una broma entre amigos, que se lanzaron tomates durante un desfile de gigantes y cabezudos, celebración que se mantuvo durante años hasta que en 1980 el Ayuntamiento decidió organizarla oficialmente.
Entonces empezó a convertirse en un espectáculo de dimensiones crecientes, cada vez con más toneladas de tomates cargados en camiones a disposición de un público cada año más numeroso.
El Ayuntamiento de Buñol invirtió este año cerca de 140.000 euros (unos 186.000 dólares) en la fiesta, que contó con un dispositivo de seguridad de más de 400 agentes, además de un plan de emergencia.
El teniente de alcalde y concejal responsable de las fiestas en esta localidad, Rafael Pérez, destacó que la celebración transcurrió sin incidentes ni daños personales y fue todo un éxito".
Como contrapunto a la "Tomatina", en la ciudad de Córdoba, en el sur de España, festejaron en un mercado su "antitomatina" en la que se pusieron a la venta tomates de la zona al módico precio de 50 céntimos de euro (unos 66 céntimos de dólar).
A lo largo de la jornada, a la que llamaron "¿Qué culpa tiene el tomate?", se vendieron unos 400 kilos de esta fruta.
EFE
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