Hinchas y revendedores volvieron al Estadio Nacional y la Policía volvió a desalojarlos. La venta de entradas comenzará el viernes, pero las colas se hacen desde la semana pasada.
Se ha convertido casi en un ritual, pero cada día involucra a más gente. Por la noche, decenas de personas, entre hinchas y revendedores, llegan al Estadio Nacional para hacer cola. Tras pasar la madrugada al aire libre, entre frazadas y cartones para aplacar el frío de la primavera limeña, por la mañana la Policía los desaloja. La rutina se repite desde la semana pasada. El objetivo es conseguir entradas para el duelo entre la Selección Peruana y la de Colombia por las Eliminatorias Rusia 2018, que podría definir la clasificación de la ‘Blanquirroja’ a un Mundial luego de casi 36 años. La venta comenzará el 29 de septiembre.
Algunos son hinchas de la Selección Peruana con las mañanas libres. Otros, como ellos mismos admiten, son revendedores que podrían redoblar o triplicar el precio original (S/ 59 en tribunas populares, las que se venderán en el estadio) al resto de fanáticos, los de las mañanas ocupadas. Para la Policía no hay diferencia: se trata de gente que bloquea la vereda y obstruye el libre tránsito de los peatones y deportistas de la zona. Los vecinos tienen una queja más urgente: que se instalen baños portátiles para evitar que se ensucie la calle.
Entre la cola y el desalojo. La Policía llegó alrededor de las 6:00 a.m. y comenzó a desalojar a los hinchas, bajo la consigna de que solo podrán hacer su cola el día que comienza la venta. Algunos reaccionaron cruzando cruzaron la pista a la espera de que se vayan para volver a su sitio, otros se negaron a moverse hasta una hora después y otros seguían durmiendo y fueron despertados por los agentes. “Caballero, no estoy jugando. ¿Está mareado usted?” le dijeron a un joven que estaba sentado y ocultaba su rostro bajo una capucha negra. RPP Noticias intentó conversar con él, pero se negó.
En la cola se vieron hombres y mujeres de todas las edades, bastante abrigados y la mayoría con el rostro oculto. “Soy hincha, recontra hincha, estoy haciendo cola desde el sábado”, aseguró uno, que se escondía tras lentes, chullo y capucha. “Es para que no me vean en mi trabajo, no he ido a trabajar. i nos retiramos vienen otros y nos ganan. En un rato va a venir mi hermano a reemplazarme y me voy a trabajar”, agregó. Para evitar perder la cola, el principal recurso es ‘lotizar’ la vereda: escribir el nombre del dueño de la cola en el suelo con tiza. Algunos incluso se pelan por defender el espacio.
Crece la expectativa. “Solo voy a comprar lo suficiente para mí y para mi familia”, declaró otro, que dijo llevar cuatro o cinco haciendo cola. La semana pasada fue desalojado por la Policía, pero volvió. “Se quedan todo el día y por la noche se van”, dijo sobre los agentes. Cuando lo hacen, las colas comienzan de nuevo, hasta que vuelven por la mañana y el ciclo se repite. Al margen de esta disputa están los vendedores que alimentan a los hinchas y revendedores. La señora Juana contó que cada noche vende alrededor de 20 sánguches y que con lo ganado, espera comprar su entrada.
“La vía es pública, no nos pueden retirar, no hacemos daño a nadie. Dejamos pasar a los que están corriendo”, reclama un fanático. Hace cola desde el jueves, día en el que comenzó el ciclo de amanecidas y desalojos. Ese día solo eran unos cuantos en carpas y frazadas. Cinco días después, ya son decenas a la espera de una entrada (o de la oportunidad de revenderla) para el que podría ser el partido más importante de la Selección Peruana en más de tres décadas.
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