Gracias al cultivo del cacao blanco que impulsa Juan de la Cruz Rivera, más de 30 productores piuranos se benefician con el mejor chocolate del mundo.














Al caer la tarde Juan de la Cruz Rivera se sienta frente a su parcela a mirar los plantones de cacao, observa con cuidado la plantas, sus hojas, el fruto del cacao, la chacra orgánica cuidada con paciencia y dedicación desde hace 27 años en la comunidad campesina César Vallejo de Palo Blanco en Chulucanas, Piura.
Juan está orgulloso por cultivar un producto excepcional: el cacao blanco o porcelana, un chocolate exquisito en aroma y sabor que produce en su pequeña parcela, y se siente feliz porque ahora más 50 familias piuranas han replicado su iniciativa y siembran 84 mil hectáreas de cacao blanco.
Rivera se convenció de que el cacao blanco tenía futuro, por eso recuperó y rescató la planta, que estaba en peligro de extinción, se percató de que sus tierras le permiten cultivar uno de los chocolates más exquisitos del mundo. De las 8 variedades existentes a nivel mundial, 6 tipos de granos se cultivan en Palo Blanco, Chulucanas.
Todo comienzo es difícil, Juan recuerda que empezó por convencer a los agricultores de sembrar el fruto, agrupó a 30 y formó la “Asociación de Pequeños Agropecuarios de Palo Blanco” con el propósito de optimizar la calidad del cacao blanco y conseguir la certificación orgánica. Al comienzo sus paisanos se resistieron pero ahora todos caminan en el mismo rumbo: incrementar la producción del cacao blanco.
Hoy la calidad de vida de las familias en Palo Blanco mejoró en un 80%, el cultivo del cacao les ha dado nuevas oportunidades para crecer. La infraestructura de sus viviendas y los servicios básicos de la comunidad es óptima, todos apuestan por cuidar y promover el cultivo del cacao blanco.
Desde hace 4 años, en Alemania, Francia, Bélgica y EE.UU. los paladares más finos saborean el delicioso cacao piurano.
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