El campamento de Dadaab, en Kenia, cumple este mes 20 años de existencia con una población de 463.000 somalís, cinco veces mayor a la proyectada.
"No hay nada que celebrar, son 20 años de desplazamiento y de miseria", señaló en rueda de prensa Andrej Mahecic, portavoz del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR).
El campamento surgió en febrero del 1991 para acoger a las decenas de miles de refugiados somalís que llegaron al noreste de Kenia huyendo de la guerra civil en su país.
El campo se proyectó para acoger a 90.000 personas, pero 20 años después, lo habitan 463.000, 10.000 de los cuales son la tercera generación, dado que nacieron en Dadaab de padres que ya fueron concebidos en el campamento.
Hoy, los retos siguen siendo los mismos que en las dos pasadas décadas: superpoblación crónica, riesgo de enfermedades, y inundaciones estacionales, además de la creciente inseguridad.
Con respecto a este último aspecto, Mahecic recordó que los secuestros de trabajadores humanitarios, y los asesinatos de policías y líderes de refugiados ha obligado a las agencias de la ONU a replantearse la manera en que se distribuye la ayuda, aunque especificó que nunca se ha cesado de otorgar la asistencia básica: agua, comida y atención sanitaria.
Precisamente, otro de los aspectos preocupantes es el hecho de que siguen apareciendo casos de enfermedades infecciosas como el sarampión -11 casos sólo la semana pasada-, además de la crónica malnutrición que sufren sus habitantes.
A causa del persistente conflicto armado en Somalia y de la hambruna que arrasó el Cuerno de África el año pasado, los influjos de refugiados siguieron aumentando el último semestre a una media de más de 30.000 por mes, una cifra que ha disminuido considerablemente en los últimos meses, aunque no se descarta que las llegadas vuelvan a aumentar, puntualizó Mahecic.
No obstante, en las últimas semanas se ha detectado un movimiento de retorno a Somalia: unos 70.000 hombres, según Mahecic, volvieron a sus lugares de origen para comprobar el estado de la situación.
"Debemos entender que el objetivo último de todas estas personas es volver a su casa, y eso es lo que persiguen".
Uno de los aspectos positivos a destacar, es el hecho de que a pesar de la situación de miseria, un precario sistema educativo se ha mantenido en el campo gracias a la acción de profesores refugiados que dan aula y que han logrado que algunos alumnos aprueben con éxito los exámenes oficiales de Kenia.
Ante esta situación, el ACNUR espera con la conferencia sobre Somalia que comenzará este jueves, 23 de febrero, en Londres sirva de "catalizador para la paz y la seguridad en el país" y que traiga como consecuencia la posibilidad de comenzar a vislumbrar la perspectiva de, paulatinamente, dar alternativas de retorno a los refugiados del campo de Dadaab.
Aproximadamente un millón de refugiados somalís residen en la región del Cuerno de África, especialmente en Kenia (520.000), Yemen, (203.000), Etiopía (186.000), y otro 1,3 millones vive internamente desplazado en su propio país.
EFE
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