Convertida en una ciudad con más de 8 millones de habitantes, Lima ha cambiado, pero sigue siendo la ciudad de Santiago en ´Conversación en La Catedral´.
Convertida ahora en una ciudad con más de 8 millones de habitantes, Lima ha cambiado, pero de muchas maneras sigue siendo aquella ciudad que Santiago mira "sin amor" desde las memorables páginas de "Conversación en La Catedral".
Ciudad de neblina, gris, y muchas veces cubierta de una fina llovizna que cala hasta los huesos, sería injusto, sin embargo, dejar de destacar los atractivos de su arquitectura, su historia y su gastronomía, que también han ensalzado el espíritu de Mario Vargas Llosa, el flamante Premio Nobel de Literatura 2010.
Y aunque Santiago Zavala, "Zavalita", se sigue preguntando "¿en qué momento se había jodido el Perú", muchos limeños ahora piensan que se va dejando atrás aquel paisaje de "automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris".
Quizá, por ese motivo, son cada vez más recurrentes las menciones a la geografía literaria que Vargas Llosa ha creado de la capital peruana, un tema que puede ser apasionante y que cualquier persona espabilada puede captar si aguza los sentidos.
Desde cuentos como "Día domingo", incluido en "Los jefes" (1959); a la novela corta "Los cachorros" (1967), y novelas como "La ciudad y los perros" (1963), "Conversación en La Catedral" (1969) y "La tía Julia y el escribidor" (1977), los ambientes, las plazas y las calles de Lima son una presencia constante en la obra vargasllosiana.
Por eso, para encontrarse con la Lima de Vargas Llosa basta con recorrer las calles y esquinas del distrito de Miraflores, del Centro de Lima, el litoral de la Costa Verde, el barrio de La Victoria y el bohemio Barranco.
El viajero puede acudir hasta la antigua Casona de la Universidad de San Marcos -donde estudió el escritor-, el edificio del Colegio Militar "Leoncio Prado" -donde estuvo internado durante la enseñanza secundaria- y hasta la deteriorada fachada del ya derruido bar La Catedral, que dio nombre a la novela preferida por el escritor.
Entonces podrá concordar la geografía literaria con la geografía real, porque los lugares existen, ahora ya consagrados por la obra de un escritor que si bien no nació en la antigua ciudad de Los Reyes, la hizo suya en libros que han pasado a formar parte de la historia de la literatura universal. EFE
Ciudad de neblina, gris, y muchas veces cubierta de una fina llovizna que cala hasta los huesos, sería injusto, sin embargo, dejar de destacar los atractivos de su arquitectura, su historia y su gastronomía, que también han ensalzado el espíritu de Mario Vargas Llosa, el flamante Premio Nobel de Literatura 2010.
Y aunque Santiago Zavala, "Zavalita", se sigue preguntando "¿en qué momento se había jodido el Perú", muchos limeños ahora piensan que se va dejando atrás aquel paisaje de "automóviles, edificios desiguales y descoloridos, esqueletos de avisos luminosos flotando en la neblina, el mediodía gris".
Quizá, por ese motivo, son cada vez más recurrentes las menciones a la geografía literaria que Vargas Llosa ha creado de la capital peruana, un tema que puede ser apasionante y que cualquier persona espabilada puede captar si aguza los sentidos.
Desde cuentos como "Día domingo", incluido en "Los jefes" (1959); a la novela corta "Los cachorros" (1967), y novelas como "La ciudad y los perros" (1963), "Conversación en La Catedral" (1969) y "La tía Julia y el escribidor" (1977), los ambientes, las plazas y las calles de Lima son una presencia constante en la obra vargasllosiana.
Por eso, para encontrarse con la Lima de Vargas Llosa basta con recorrer las calles y esquinas del distrito de Miraflores, del Centro de Lima, el litoral de la Costa Verde, el barrio de La Victoria y el bohemio Barranco.
El viajero puede acudir hasta la antigua Casona de la Universidad de San Marcos -donde estudió el escritor-, el edificio del Colegio Militar "Leoncio Prado" -donde estuvo internado durante la enseñanza secundaria- y hasta la deteriorada fachada del ya derruido bar La Catedral, que dio nombre a la novela preferida por el escritor.
Entonces podrá concordar la geografía literaria con la geografía real, porque los lugares existen, ahora ya consagrados por la obra de un escritor que si bien no nació en la antigua ciudad de Los Reyes, la hizo suya en libros que han pasado a formar parte de la historia de la literatura universal. EFE
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