La esperanza no está perdida. Si eres de los que coleccionas música de distintos géneros en cintas de casetes, esta noticia te va a poner feliz sobremanera.
La National Audio Company es la empresa más grande de cintas de casetes del mundo desde el año 1969, década donde junto con el movimiento 'hippie' y toda su música transgresora se migró del disco de vinilo en 33 y 45 revoluciones hacia un formato más pequeño de cabezales que leían una cinta donde se podía guardar una hora y hora y media de música en ambos lados.
Desde aquel año, la norteamericana con sede en Springfield, Estados Unidos, no ha dejado de producir estas pequeñas cajas con dos carretes y una cinta magnética donde diferentes grupos legendarios de distintos géneros han grabado sus más grandes hits y comercializados en el mundo.
"Nuestro modelo de negocio puede definirse como terco y estúpido", ha dicho Steve Stepp, el mandamás de la empresa que pese a los avances tecnológicos no ha dejado de operar ni ha sufrido los embates de la digitalización de la música.
En este 2015, National Audio Company ha producido al rededor de 10 millones de cintas y sus ventas consiguieron un superávit del 20%. El secreto del éxito está en la misma gente que ahora percibe con nostalgia las décadas de los 80 y 90 donde el uso del casete era masivo. El movimiento 'retro' está detrás del éxito de la empresa y son responsables de que su producción continúe. Es un negocio rentable a todas luces.
"Probablemente, lo que de verdad ha hecho que nuestro negocio crezca ha sido el movimiento retro; mucha gente siente nostalgia d etener un casete en sus manos", continúa Stepp.
Y su permanencia está casi garantizada en su mayoría porque tiene acuerdos con importantes disqueras del mundo como Sony Music y Universal Music quienes permiten que se reproduzcan con artistas de su firma. El 70% de sus ventas es gracias a casetes de cantantes y bandas y el otro 30% a cintas en blanco.
Incluso hasta el modo de producir los casetes es 'vintage', con máquinas de los años 70. La tecnología parece no tener lugar en este último bastión del sonido fiel.
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