Detrás de los grandes iconos de la alta costura se esconde el trabajo de peruanas, bolivianas, dominicanas y ecuatorianas, que trabajan a contrarreloj.
Los diseños lujosos y elegantes que en la última semana desfilaron por la pasarela de Nueva York fueron posibles gracias a las manos de costureras latinas, cada vez más demandadas por las mejores casas de moda por la calidad de su trabajo artesano.
Así, detrás de los grandes iconos de la alta costura se esconde el trabajo de peruanas, bolivianas, dominicanas y ecuatorianas, que en los últimos días trabajaron a contrarreloj para garantizar el éxito de esta cita mundial de la moda.
"La clave para confeccionar una buena pieza es ponerle mucho cariño", aseguró a Efe la dominicana Belkes Soto, que en los últimos 32 años ha trabajado para grandes firmas como Calvin Klein o diseñadores como César Galindo.
El proceso artesanal y minucioso con el que las modistas elaboran cada pieza hasta convertirla en única es lo que atrae a las grandes casas de moda que buscan alcanzar el éxito con la máxima calidad.
Soto, de 53 años, aprendió a coser cuando apenas tenía 12 años gracias a los consejos de su madre, quién le enseñó a bordar a mano y a utilizar las antiguas máquinas de coser, que funcionaban con pedales.
"Mi mamá nos hacía los vestidos a nosotros y a mí me gustaba tanto que empecé a hacérmelos para mí misma. Fui mi primera clienta", bromea esta mujer mientras explica su trayectoria junto a la mesa de trabajo de su hogar en el Alto Manhattan.
El diseñador de origen mexicano César Galindo, que presentó en la Gran Manzana su colección otoño-invierno el pasado viernes, alabó el trabajo de las costureras latinas, ya que "la semana de la moda no sería posible sin sus manos".
EFE
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