Representantes de pueblos nativos de Brasil, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Canadá, Filipinas y otros países llegaron hasta el cordón de seguridad que protege a los jefes de Estado y de Gobierno.
Un centenar de indios de distintos lugares del mundo entregó hoy un documento que recoge sus exigencias sobre conservación de la naturaleza a representantes de la ONU en la Conferencia sobre Desarrollo Sostenible Río+20.
Representantes de pueblos nativos de Brasil, Ecuador, Paraguay, Bolivia, Canadá, Filipinas y otros países llegaron hasta el cordón de seguridad que protege a los jefes de Estado y de Gobierno que están reunidos en la Cumbre Río+20.
Los indios iban ataviados con taparrabos, arcos, flechas y una gran pancarta que decía: "Que nos devuelvan nuestras tierras y territorios ya".
Los manifestantes se acercaron a la barrera de decenas de policías y militares donde se encontraron con el secretario de Presidencia de Brasil, Gilberto Carvalho, a quien entregaron el documento que contiene las demandas que entre todos acordaron exigir a la ONU.
Una quincena de portavoces de los indígenas traspasaron el cordón policial con el permiso pertinente para entregar directamente el texto a las Naciones Unidas.
En la protesta también se encontraban delegados y diplomáticos de las Naciones Unidas que estaban allá para mediar entre las fuerzas de seguridad y los participantes de la marcha.
Moya Nomenga, un representante de un pueblo indígena de Ecuador, explicó a Efe que pidieron el fin de las actividades petroleras en su país en el texto entregado a las Naciones Unidas.
Los indios venían desde la aldea llamada Kari-oca, instalada por ellos mismos en una zona selvática en el barrio de Jacarepaguá de Río de Janeiro, a unos cinco kilómetros del centro de convenciones que acoge la Río+20.
En este lugar, nativos y activistas estuvieron consensuando hasta hoy el texto que entregaron a la ONU.
Mario Santos, activista indígena, explicó a Efe que han escrito un documento único en defensa de la "madre tierra que es la que da vida".
La Río+20 se celebra en el vigésimo aniversario de la Cumbre de la Tierra de 1992, que fue realizada en Río de Janeiro y también albergó una aldea de indígenas de varios países.
EFE
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