El Padre Clemente Sobrado nos exhorta a vivir la alegría de la Pascua en este tiempo para la Iglesia.
Unas reflexiones del P. Clemente Sobrado:
Queridos amigos, el Evangelio de este quinto domingo de Pascua nos sitúa de nuevo en los discursos de la Ultima Cena. No ya como anuncio, sino como realización de lo entonces prometido. Toda despedida tiene mucho de nostalgia y tristeza. Como luego todo encuentro tiene mucho de gozo y de alegría. Por eso les dice: “Que se alegren, que no se turben”. Nada de vivir tristes, hay que abrirse a la Pascua.
La Pascua es la confirmación de sus palabras.
Y hoy, ya en clima pascual podemos comprender un mensaje que me parece básico y fundamental para cada uno de nosotros. Es posible que muchos de nosotros seamos andemos buscando a Dios, queriendo ver a Dios. Felipe se parece mucho a Tomás: “Señor muéstranos al Padre”. Tomás dice que no sabe a dónde va. Más tarde dirá: “si no veo y meto mis dedos en sus llagas”, no creo.
Aquí Jesús nos dice donde le podremos ver y encontrar: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Y Jesús se define a sí mismo y al Padre con tres expresiones que son todo un programa de vida: Camino, verdad y vida.
Jesús es el camino. Jesús no es una estatua, una imagen, una foto. Jesús es un camino, mejor dicho, el Camino. Y la idea de camino es no algo que se parezca a sillón. A Dios no le conoceremos nunca del todo. Cada día estamos conociéndole. Sólo llegaremos a conocerle de verdad al final del camino. El Dios de nuestra fe es un Dios al que hay que buscar cada día, y cuyo rostro posiblemente vaya cambiando día a día.
Lo mismo se puede decir del cristiano. Nunca seremos cristianos terminados. Sino cristianos en camino. que nos vamos haciendo.
Jesús es la verdad. La verdad de Dios no la encontraremos en lo que nos ha dicho de Él. Ni lo que pensamos de Él. La verdad de Dios es la que Jesús nos ha revelado. El Dios revelado por Jesús es el Dios amor, el que perdona.
Jesús es la vida. La verdadera vida no es la que contamos pasando las hojas del calendario. La verdadera vida es la que nos revela Jesús: el amor, el perdón, la vida del Espíritu, la vida resucitada. Más que contar nuestros años desde la fecha de nacimiento, debiéramos contar cuanta vida de gracia hay cada día en nosotros.
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