La Alta Costura engloba desde los trabajados y lujosos zapatos de Roger Vivier hasta la posmodernidad ultravioleta de las pelucas de Charlie Le Mindu.
La Alta Costura engloba desde los trabajados y lujosos zapatos de Roger Vivier hasta la posmodernidad ultravioleta de las pelucas de Charlie Le Mindu, como así quedó patente en la primera jornada de esta Semana de la Moda de París.
Las melenas fluorescentes brillaron en la oscuridad en la particular presentación de quien quiere que la peluquería sea valorada como un arte a la altura del trabajo artesano: el francés Charlie Le Mindu, conocido por su vinculación profesional con Lady Gaga.
"La clientela privada, las "celebrities" o los museos que las compran (las pelucas) porque las consideran esculturas", este es el mercado de la particular obra de Le Mindu, como explicó en declaraciones a Efe.
Incluso su desfile, en el calendario "off" de la Semana de la Alta Costura, fue inusual: en la oscuridad de la luz ultravioleta, el público descubrió su cresta rosa con lunares amarilos, su peluca de pétalos como setas en naranja y la simulación de membranas de anfibios.
"Quería encerrar a la gente en un lugar oscuro y enseñarles colores que podían existir en los fondos marinos o muy lejos en el espacio", justificó Le Mindu respecto a modelos que llegaron a representar una medusa, con su cuerpo como sombrero y los tentáculos-pelos por delante de la cara, o las plumas de un pájaro.
Los pies también coparon la atención en la Semana de la Alta Costura, con la presentación de la colección de edición limitada que Bruno Firsoni ha diseñado para la emblemática Roger Vivier.
Los tacones de aguja, uno de los éxitos que se atribuyen al fundador de la casa, yacieron en titanio bajo una circunferencia pegada al pie, mientras la piel de cocodrilo envolvía modelos para una exclusiva clientela.
La gran hebilla que Vivier ubicó en la puntera de los zapatos que diseñó para el personaje de Catherine Deneuve en "Belle de jour", de Luis Buñuel, ha sido reproducida resplandeciente por Frisoni, actual director creativo de la casa, en el borde de un tacón plano.
Estos diseños, disponibles únicamente por encargo, incluyeron un modelo engarzado de pedrería a diferentes niveles, que imprimió relieve a las flores rojas, azules, amarillas y rosas sobre fondo negro y que se apoyó sobre un pequeño tacón-bola.
El calzado de inspiración masculina, cerrado y con cordones, tipo Oxford, se anudó a la altura del tendón de Aquiles con un lazo, en una colección que incluyó una serie de "clutchs" a juego.
Pocos años después de que muriera Roger Vivier, en 1998, la casa fue adquirida por el empresario italiano Diego Della Valle, quien la relanzó en 2003 en una maniobra similar a la que ahora repite con Schiaparelli, a la que ha devuelto hoy a las pasarelas después de que permaneciera casi seis décadas ausente.
Vivier vistió los pies del "New Look" de Christian Dior, con quien empezó a colaborar en los años 50, diseñó los zapatos sobre los que Isabel II fue coronada reina de Inglaterra y, por supuesto, fue uno de los artesanos más deseados por estrellas como Marlène Dietrich.
Jugaron con las luces y las sombras los diseñadores búlgaros Livia Stoianova y Yassen Samouilov, responsables de On aura tout vu, que mostraron su colección de Alta Costura en el calendario oficial.
Los primeros diseños blancos vistieron a un hombre y a una mujer en una estética "majorette" -marinera con caparazón, que pasó a unos breves conjuntos urbanos, antes de adentrarse en un negro liso y unas geometrías en escala de grises-.
Estas prendas, ilustradas con pedrería, emitieron luz propia cuando se quedaron en la oscuridad de la sala del ayuntamiento del cuarto distrito de París, en el que desfilaron.
Blanca fue la colección de Alexis Mabille, con minúsculas pretensiones azules, crudas y doradas, para una primavera-verano de vestidos largos y mariposas.
El origami y los bordados dieron volumen a los modelos de cóctel de Giambattista Valli, así como a preciosos vestidos largos con flores.
EFE
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