Massimo Coppo, vive en Asis, y desde los 32 años predica el voto de pobreza y la vida dedicada a la oración.
Ni la lluvia ni el intenso frío harán desmayar en su intento, a un peregrino que sin zapatos y luciendo un humilde traje de yute ha decidido mantenerse rezando de rodillas en el piso de piedra de la Plaza San Pedro hasta que haya fumata blanca.
Massimo Coppo, de 64 años, se ha propuesto quedarse orando hasta que los 115 cardenales, reunidos en el cónclave del siglo, elijan al nuevo papa, el sucesor de Benedicto XVI.
“Me quedaré hasta el humo blanco”, aseguró Coppo, quien llegó al Vaticano el martes último.
“Me gustaría ver a un Papa pobre, un franciscano capuchino. Un Papa valiente para reafirmar los fundamentos de la fe católica para la eternidad”, dijo en una entrevista para G1.
Coppo vive en Asís, en la región de Umbria, pertenece a una comunidad de franciscanos y desde los 32 años predica el voto de pobreza y la vida dedicada a la oración.
Es italiano de nacimiento y vivió su juventud en Estados Unidos. Es licenciado en Ciencias de la Agricultura pero decidió dejarlo todo por la pobreza. “Queremos ayudar a más personas a entender que la libertad de ser pobres puede llevar a la felicidad”, manifestó.
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