Pocos días después de que el primer ministro turco defendiera que prohibir el velo violaba la libertad de pensamiento y culto, el portavoz de su partido calificaba de inaceptable el escote de una periodista.
El fin del veto a vestir el velo islámico para las funcionarias turcas ha coincidido con el despido de una presentadora por lucir en televisión un traje escotado, una coincidencia que ha reabierto el debate sobre la tendencia del Gobierno islamista a imponer sus principios morales.
Pocos días después de que el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, defendiera que prohibir el velo violaba la libertad de pensamiento y culto, el portavoz de su partido, el islamista moderado AKP, calificaba de inaceptable el escote que Gozde Kansu vistió en un programa de una cadena privada cercana al Ejecutivo.
"No creo que hubiera nada extraño en mi escote. Es vergonzoso discutir sobre el escote de una persona", declara hoy la protagonista del incidente en el diario "Hürriyet".
La presentadora, que ha sido sustituida por un hombre, denunció que está ya "harta" del continuo debate sobre el cuerpo de la mujer en el país eurasiático.
"Esto es, definitivamente, una intromisión en el estilo de vida", denuncia Kansu.
NO MÁS VELO
Intromisión en la vida privada. Esa es la acusación que hacen los círculos laicos contra Erdogan. Y ese es el argumento que ha usado el primer ministro para permitir que las profesoras puedan ir con velo a clase y las funcionarias vestir esta prenda en sus oficinas.
Prohibirlo, como se hizo en 1982 poco después de un golpe de Estado, era una clara medida discriminatoria que atentaba contra el derecho al trabajo, según Erdogan y su AKP, que han incluido el fin de esa norma en el "paquete democratizador" presentado hace diez días.
Nezaket Oz y Fatma Güler, dos profesoras que por primera vez pueden acudir a clase con el velo, declaran al diario "Radikal" que esta decisión es un paso en la dirección correcta.
"Sufrimos durante nuestros años de Universidad debido al velo. Hasta hoy, me cubría mi cabeza en la calle y me la descubría a la entrada del colegio. Esto iba contra la libertad de religión. Me siento muy aliviada", afirma Güler.
Sevinc Celik, una colega de profesión que se declara laica, confía a Efe que, aunque ella misma no se tapa la cabeza, siempre sintió pena por sus compañeras que tenían que cubrirse y descubrirse y vivir esa "esquizofrenia".
Pero no todas las mujeres que se declaran laicas ven el asunto de esa manera.
Aylin, una estudiante universitaria, reconoce que la prohibición del velo puede ser injusta, pero también que es algo necesario.
"La prohibición tiene sentido en tanto que hay gente que dice que el Estado tiene que permitir el velo porque el Islam obliga a ello", opina.
Esta estudiante de Ciencias Políticas rechaza que el Estado imponga regulaciones según lo que la religión considere bueno o malo.
"Mi amiga puede llevar el velo y yo una minifalda. No debería ser un asunto regulado por el Estado", explica a Efe esta joven mientras pasea por el campus de la Universidad Técnica de Oriente Medio junto a una compañera con velo.
MÁS POLÉMICA
El debate en la calle es patente en los medios de comunicación. Mientras los diarios más islamistas aplauden lo que ven como "el fin de una era oscura", los periódicos de línea más secular denuncian el fin del veto como otro paso hacia la islamización de Turquía.
Y es que, igual que otros asuntos como el consumo de alcohol, las relaciones entre chicos y chicas y la educación religiosa, la vestimenta es motivo de continuo debate en Turquía.
Hace unos meses, la decisión de la aerolínea semiestatal Turkish Airlines de prohibir a sus azafatas usar laca de uñas o barra de labios generó tal polémica que la empresa tuvo que dar marcha atrás y asegurar que todo había sido un malentendido.
Recientemente, saltó a los medios el caso del director de un instituto de Antalya que prohibió a las alumnas acudir a clase con faldas cortas. Los compañeros varones protestaron acudiendo con faldas a clase.
Aunque la prohibición del velo fue incluida por los militares en la legislación en 1982, ya desde la fundación de la Turquía laica y republicana en 1923, esa prenda desapareció de facto de los organismos públicos.
El fin del veto ha sido tradicionalmente la principal reivindicación de los círculos islamistas.
La prohibición de usar velo se seguirá aplicando a las empleadas en la Policía, el Ejército o la judicatura.
Esas excepciones han sido denunciadas por el sindicato de funcionarios Memur-Sen, de tendencia islamista, que ha anunciado una campaña de desobediencia civil para reclamar que se permita a los hombres lucir barba y no se les obligue a acudir con corbata al trabajo.
EFE
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