El Partido Comunista, que llevó a China a la peor crisis económica de su historia, se abrió al mundo exitosamente en lo económico, pero sigue tan aferrado al poder como al principio.
En 1949, el Partido Comunista Chino llegó al poder luego de una guerra civil y gobierna el país desde entonces. Durante los años 50, aplicó la economía planificada, con la que sometió a la población de China a la peor crisis de hambre de la historia de la humanidad. Y durante la Revolución Cultural –entre 1966 y 1976- hizo que la mitad de la población persiguiera a la otra mitad por motivos ideológicos.
La historia de China provoca en Occidente una mezcla de fascinación y miedo. Desde 1980, el Partido Comunista, aún hoy en el gobierno, conduce al país de éxito en éxito, al menos en lo económico, ya que su Producto Interno Bruto creció 30 veces más desde 1980, y China es hoy la segunda economía del mundo.
“Lo importante es que el gato cace ratones”
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que China superará a EE. UU. como potencia económica en 2020. El Gobierno de Pekín posee reservas en divisas por un valor de alrededor de 3 billones de dólares, con tendencia al alza. Con esas reservas, las empresas chinas compran, con apoyo estatal, empresas extranjeras. El gobierno invierte miles de millones en investigación y desarrollo. Con la introducción de la economía de mercado, China hizo posible el bienestar. Allí viven hoy 400.000 millonarios – en dólares. Sólo en EE. UU., Japón y Alemania hay más.
“No importa si el gato es negro o blanco. Lo que importa es que cace ratones. Entonces es un gato como debe ser”. Esta frase de Deng Xiaoping -que introdujo las reformas económicas a comienzos de los años 80- ejemplifica el carácter del partido: pragmatismo en lugar de ideología. Todo lo que prometa éxito económico es bienvenido, explica Joseph Cheng, politólogo en la Universidad de Hong Kong: “El Gobierno chino no cree en un concepto fijo de reforma económica. Aún hoy, se implementan las reformas en ciertas regiones de manera experimental”, dice el experto.
Economía flexible, autoritarismo de mano dura
El Partido de los Trabajadores y los Campesinos se ha convertido en un partido de las élites. De los más de 80 millones de miembros del partido, sólo 7 millones son trabajadores, es decir, menos del 10 por ciento. Desde 2002, al partido también pueden ingresar empresarios. Quien quiera ser miembro, debe someterse a un complejo proceso de selección, y sólo son aceptados los candidatos más capaces. De los nueve miembros del Comité Permanente del politburó –el círculo chino de poder-, ocho son ingenieros.
Las medidas con las que el Partido Comunista gobierna China no parecen, a primera vista, corresponderse con el llamado “turbocapitalismo” chino. El panorama económico está dominado por las empresas estatales, a menudo a costa de la economía privada. En China no es posible comprar tierras, sino sólo arrendarlas por un tiempo determinado. Los objetivos políticos y económicos se siguen presentando en planes quinquenales, y las escuelas del partido enseñan todavía –como antaño- las doctrinas del marxismo, del leninismo y el pensamiento de Mao Tse Tung.
China: éxito económico a costa de derechos humanos
Al mismo tiempo, China rompe récords: la economía crece a un 10 por ciento anual. El partido llama a su modelo económico “Economía de mercado socialista con características chinas”, sin definir qué entiende exactamente bajo esos términos.
Sin embargo, a pesar del éxito económico, no se deberían olvidar los enormes problemas que tiene que enfrentar China, dice Eberhard Sandschneider, director de la Sociedad Alemana de Política Exterior. “Sólo por mencionar uno: el Partido Comunista no ha logrado hasta el momento una cierta justicia social. La brecha entre pobres y ricos ha aumentado dramáticamente en los últimos años”, subraya Sandschneider.
Experimento político dudoso
A nivel económico, el Partido es flexible, pero en lo político, sigue en su línea dura. La doctrina del parrtido único es inamovible. La Justicia y las FF. AA. están sometidos a los designios del partido; se censura a los medios, y quien cuestione la autoridad del partido corre serio peligro. Un ejemplo conocido es el del Premio Nobel de la Paz Liu Xiaobo, condenado a once años de prisión por sus críticas al régimen.
El Partido le teme a la inestabilidad política más que a ninguna otra cosa, señala Eberhard Sandschneider: “Todo lo que asegure la estabilidad, se pone en práctica cueste lo que cueste. Y, en caso de duda, se practica aún cuando no se justifique ideológicamente.”
El Partido Comunista Chino ha iniciado el mayor experimento político y social del siglo XXI. Para muchos países en proceso de transformación, el modelo chino, con su economía capitalista y su política autoritaria, se ha convertido, entretanto, en una alternativa a las democracias occidentales. Pero la política de mano dura que China aplica a los disidentes demuestra que los poderosos de Pekín saben muy bien que el experimento puede terminar abruptamente en cualquier momento.
-Deutsche Welle-
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