En conmemoración a esta fecha se presentará, este martes, el libro inédito ´Senilia´ que contiene las últimas gotas de sabiduría del filósofo alemán.
La conmemoración de los 150 años de la muerte de Arthur Schopenhauer -considerado el filósofo del pesimismo por excelencia- ha desatado una lluvia de publicaciones sobre su figura y reanimado el debate acerca de la actualidad de su pensamiento.
Para Rüdiger Safranski, autor de una de las biografías más importantes de Schopenhauer, la respuesta a esa última cuestión es clara. El pensamiento de Schopenhauer, afirma Safranski, representa un giro biológico en la historia de la filosofía.
Schopenhauer fue el primer filósofo occidental en pensar la realidad no a partir del espíritu sino a partir del cuerpo y los instintos que se esconden detrás de toda manifestación aparentemente espiritual.
Solamente esto, según dice Safranski en un ensayo publicado en la revista "Der Spiegel", debería hacer al filósofo alemán tremendamente actual en un tiempo en que todo lo que tiene que ver con el espíritu trata de explicarse a través del metabolismo del cerebro.
La idea de que la naturaleza nos engaña -y nos hace pensar que estamos enamorados para llevarnos a caer en lo que Schopenhauer consideraba la trampa de la reproducción- debería ser también altamente actual en tiempos en que se habla de los genes egoístas.
Sin embargo, la actualidad de Schopenhauer es relativa y, como reflejó recientemente Edo Reents en un artículo dedicado a las publicaciones relacionadas con la efeméride, que se cumple mañana, parece haber cierta dificultad para enfrentarse la figura del pensador, nacido en Danzig (la actual Gdansk polaca) en 1788.
En las facultades de filosofía, su pensamiento juega un papel prácticamente nulo y su influencia parece haberse dado fuera de la academia con su eco en obras como las de Richard Wagner, Friedrich Nietzche, Thomas Mann o Jorge Luis Borges.
Para algunos, Schopenhauer parece haberse convertido en una veta de fragmentos sacados de contexto para la elaboración de antologías con títulos que parecen de libros de autoayuda como "El arte de seguir teniendo razón", "El arte de tratar a las mujeres" o "El arte de envejecer".
Reents añade que, salvo algunas feministas que se indignan con la misoginia del pensador, ya no queda casi nadie que se irrite ante el pensamiento de Schopenhauer y pocos que se confronten verdaderamente con su pesimismo radical que, en muchas aproximaciones actuales, termina convirtiéndose en algo marginal y anecdótico.
Así, Ludger Lütkehaus procura destacar el humor de Schopenhauer en una antología titulada "Ich bin ein Mann, der Spass versteht" (Soy un hombre que sabe de bromas).
Sin embargo, suele perderse de vista que ese humor -evidente en algunos pasajes de la obra de Schopenhauer y en algunas anécdotas sobre su vida-, suele ser muy cáustico, y que en el fondo muestra el abismo que hay detrás de su pensamiento.
La historia de que Schopenhauer reprendía a su perro llamándolo "humano" muestra, por ejemplo, la visión negativa que tenía el pensador de nuestra especie que, según decía, se distinguía de los otros animales ante todo en que era capaz de la maldad.
Su visión de la sociedad y del estado no eran mejores. Los seres humanos, según Schopenhauer, son como erizos en invierno que se acercan buscando darse calor los unos a los otros y se hacen daño con sus espinas por lo que vuelven a alejarse y están permanente eligiendo entre dos males como el hombre tiene que oscilar entre los males de la sociedad y los males de la soledad.
Schopenhauer recomienda cierta aproximación distante, así como aconseja un ascetismo moderado como forma de vida, desde el convencimiento de que no hay que esperar demasiado de nada.
El estado le parece necesario, pues, dice, le pone bozales a las fieras humanas y las hace menos peligrosas pero le parece una ilusión la idea de Jörg Friedrich Hegel -su rival filosófico cuyo nombre era como un trapo rojo para él- de que el estado contribuye el mejoramiento moral de la humanidad.
Todo ese escepticismo, un poco de dandi, también suena bastante actual aunque pocos se atrevan a pensar en que la búsqueda de la nada, o el nirvana, sea lo más loable en la existencia humana.
De los libros aparecidos con motivo de los 150 años hay una biografía, "Arthur Schopenhauer, filósofo ciudadano del mundo" de Robert Zimmer, que destaca como el autor de "El mundo como voluntad y representación" fue uno de los primeros pensadores globales que conectó a Kant y a Platón con tradiciones del budismo o del hinduismo.
EFE
Para Rüdiger Safranski, autor de una de las biografías más importantes de Schopenhauer, la respuesta a esa última cuestión es clara. El pensamiento de Schopenhauer, afirma Safranski, representa un giro biológico en la historia de la filosofía.
Schopenhauer fue el primer filósofo occidental en pensar la realidad no a partir del espíritu sino a partir del cuerpo y los instintos que se esconden detrás de toda manifestación aparentemente espiritual.
Solamente esto, según dice Safranski en un ensayo publicado en la revista "Der Spiegel", debería hacer al filósofo alemán tremendamente actual en un tiempo en que todo lo que tiene que ver con el espíritu trata de explicarse a través del metabolismo del cerebro.
La idea de que la naturaleza nos engaña -y nos hace pensar que estamos enamorados para llevarnos a caer en lo que Schopenhauer consideraba la trampa de la reproducción- debería ser también altamente actual en tiempos en que se habla de los genes egoístas.
Sin embargo, la actualidad de Schopenhauer es relativa y, como reflejó recientemente Edo Reents en un artículo dedicado a las publicaciones relacionadas con la efeméride, que se cumple mañana, parece haber cierta dificultad para enfrentarse la figura del pensador, nacido en Danzig (la actual Gdansk polaca) en 1788.
En las facultades de filosofía, su pensamiento juega un papel prácticamente nulo y su influencia parece haberse dado fuera de la academia con su eco en obras como las de Richard Wagner, Friedrich Nietzche, Thomas Mann o Jorge Luis Borges.
Para algunos, Schopenhauer parece haberse convertido en una veta de fragmentos sacados de contexto para la elaboración de antologías con títulos que parecen de libros de autoayuda como "El arte de seguir teniendo razón", "El arte de tratar a las mujeres" o "El arte de envejecer".
Reents añade que, salvo algunas feministas que se indignan con la misoginia del pensador, ya no queda casi nadie que se irrite ante el pensamiento de Schopenhauer y pocos que se confronten verdaderamente con su pesimismo radical que, en muchas aproximaciones actuales, termina convirtiéndose en algo marginal y anecdótico.
Así, Ludger Lütkehaus procura destacar el humor de Schopenhauer en una antología titulada "Ich bin ein Mann, der Spass versteht" (Soy un hombre que sabe de bromas).
Sin embargo, suele perderse de vista que ese humor -evidente en algunos pasajes de la obra de Schopenhauer y en algunas anécdotas sobre su vida-, suele ser muy cáustico, y que en el fondo muestra el abismo que hay detrás de su pensamiento.
La historia de que Schopenhauer reprendía a su perro llamándolo "humano" muestra, por ejemplo, la visión negativa que tenía el pensador de nuestra especie que, según decía, se distinguía de los otros animales ante todo en que era capaz de la maldad.
Su visión de la sociedad y del estado no eran mejores. Los seres humanos, según Schopenhauer, son como erizos en invierno que se acercan buscando darse calor los unos a los otros y se hacen daño con sus espinas por lo que vuelven a alejarse y están permanente eligiendo entre dos males como el hombre tiene que oscilar entre los males de la sociedad y los males de la soledad.
Schopenhauer recomienda cierta aproximación distante, así como aconseja un ascetismo moderado como forma de vida, desde el convencimiento de que no hay que esperar demasiado de nada.
El estado le parece necesario, pues, dice, le pone bozales a las fieras humanas y las hace menos peligrosas pero le parece una ilusión la idea de Jörg Friedrich Hegel -su rival filosófico cuyo nombre era como un trapo rojo para él- de que el estado contribuye el mejoramiento moral de la humanidad.
Todo ese escepticismo, un poco de dandi, también suena bastante actual aunque pocos se atrevan a pensar en que la búsqueda de la nada, o el nirvana, sea lo más loable en la existencia humana.
De los libros aparecidos con motivo de los 150 años hay una biografía, "Arthur Schopenhauer, filósofo ciudadano del mundo" de Robert Zimmer, que destaca como el autor de "El mundo como voluntad y representación" fue uno de los primeros pensadores globales que conectó a Kant y a Platón con tradiciones del budismo o del hinduismo.
EFE
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