El filme de David O. Russell llega este mes a los cines latinoamericanos precedida de un gran éxito en los Estados Unidos.
"Silver Linings Playbook" es la gran sorpresa del año, al menos en cuanto a nominaciones a Óscar se refiere, con 8 candidaturas. Demasiado para una película con buena factura e interpretaciones y aún mejores intenciones pero que no llega en ningún momento a lo excepcional.
Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert de Niro y Jacki Weaver forman el estupendo cuarteto protagonista, premiados cada uno de ellos con una nominación al Óscar, algo que no conseguía una película desde "Reds" en 1981.
Todos ellos cumplen de sobra su cometido, se creen sus personajes y facilitan que el espectador entre en una historia facilona, que sobrevuela la crítica social sin meterse en profundidad y que se decanta por el buenrollismo por encima de cualquier consideración real o moral.
Pat es un joven profesor que sale de una institución mental en la que ha estado ingresado tras protagonizar un violento incidente cuando descubre que su mujer tiene una aventura con un compañero de trabajo, a quien agrede.
Sale convencido de que puede recuperar su vida justo en el punto donde la dejó antes del engaño. Y se da de bruces con una realidad que incluye un padre que se dedica a las apuestas ilegales en el fútbol americano; una exmujer que no quiere saber nada de él y un mundo que le da la espalda por su violencia.
Lo único diferente en el cuadro es una chica, cuñada de su mujer amigo, Tiffany, interpretada por una Jennifer Lawrence que demuestra de nuevo su enorme versatilidad como actriz y la facilidad con la que se mete en cualquier personaje, ya sea en la adolescente "Hunger games" o en la durísima "Winter"s bone".
Pero pese a esas excelentes interpretaciones -hasta Robert de Niro deja casi totalmente de lado los miles de tics que exhibía últimamente- no son suficientes para elevar el tono de una historia más cercana a la comedia que al drama pero que pierde fuerza en esa indefinición.
Algunas escenas son realmente buenas y divertidas -como el encuentro de Pat y Tiffany haciendo "jogging" o el monólogo del hermano mayor que hunde aún más al recién salido de la institución mental- pero el conjunto se queda como un filme con buenas intenciones y poco más.
La historia es poco creíble por su excesiva perfección, algo que no casa con un enfermo bipolar que no asume su enfermedad ni con las reacciones de quienes lo rodean.
Pero es una historia que en momentos como el actual de crisis, dejan una medio sonrisa al salir de las salas, algo que pocas películas consiguen.
EFE
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