El animalito llegó con varios ácaros que le produjeron sarna. Los mismos agentes ediles pagaron para que reciba tratamiento en una veterinaria particular. Incluso, le mandaron a confeccionar su propio uniforme.
Un perrito rescatado de las calles ha cumplido un año trabajando en la Municipalidad de Surco. Se trata de ‘Solovino’, un can de raza salchicha y Beagle, que forma parte de la Subgerencia de Fiscalización. Actualmente, es el guardián del depósito y recibe a sus compañeros cuando llegan de intervenir mototaxis informales y vendedores ambulantes.
El animalito, de cuatro años, llegó meses atrás con varios ácaros que le produjeron sarna. Los mismos agentes ediles pagaron para que reciba su tratamiento en una veterinaria particular. Incluso, le mandaron a hacer su propio uniforme. A pesar de que no se caracteriza por su gran destreza para los operativos, el can demuestra su amor incondicional y fidelidad a las personas que le dieron un hogar.
Mhitsy Delgado, fiscalizadora de Surco que brindó cobijo a ‘Solovino’, detalló cómo fueron los cuidados del agente más querido de la Subgerencia de Fiscalización.
“Está ahorita con tratamiento. Está con baños medicados. Cada quince días se lo llevan. Ya le han cortado las uñas y toma pastillas antipulgas. Estás estresado, lo miras y te alegras. Le gusta que le rasquen la pancita. Nosotros le mandamos a hacer su chaleco con su tallita. Para nosotros es un fiscalizador más. Es parte de la familia y nos alegra el perro”, comentó Delgado.
‘Solovino’ y la vez que evitó un robo
Se han registrado ocasiones en que intrusos han vulnerado la puerta y el can ha alertado con sus ladridos a los fiscalizadores. En julio de este año, el perrito pasó la voz cuando un grupo de ciudadanos venezolanos, apodados como ‘Los Chamos Araña’, invadió el depósito para recuperar sus mototaxis informales. Gracias a él, se logró la captura de dos extranjeros que, posteriormente, fueron conducidos a la comisaría de Monterrico.
No es usual que ‘Solovino’ participe en las intervenciones. Sus cuidadores evitan exponerlo a alguna agresión. Por eso, el can se queda en la base para gozar de sus platos de comida y agua que están debajo de una gruta con una virgen que ‘lo bendice’, porque -como dicen sus compañeros- solo vino a la base y ahora tiene un hogar con una familia que vela por él.
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