Al menos unos 130.000 ciudadanos sirios se han puesto a salvo en Turquía en apenas cuatro días, una cifra inedita en número de desplazados hacia ese país.
Turquía se enfrentó este lunes al desafío de gestionar una enorme oleada de refugiados kurdos de la vecina Siria, que alcanza ya unas 130.000 personas, y evitar al mismo tiempo que turco-kurdos se unan a los combates al otro lado de la frontera.
La jornada en la zona fronteriza entre Turquía y Siria cerca del pueblo de Suruc fue de alta tensión, y las fuerzas de seguridad turcas recurrieron a gases lacrimógenos y cañones de agua a presión para dispersar a manifestantes que pretendían cruzar la frontera para luchar con las milicias kurdas en el país árabe.
Cientos de jóvenes kurdos llegaron en los últimos días procedentes de varias partes de Turquía para intentar pasar a la ciudad sirio-kurda de Kobane, conocida en árabe como Ayn al Arab, y luchar allí contra el grupo yihadista "Estado Islámico" (EI).
Esos jóvenes llegaron tras un llamamiento de la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) para luchar contra los yihadistas, que han capturado un centenar de pueblos kurdos en Siria y se teme que perpetren una matanza contra los civiles.
Los jóvenes apedrearon este lunes a las fuerzas de seguridad que no les permitían cruzar las fronteras para unirse a las milicias kurdas en Siria, consideradas por su secularismo como "apostatas" por los radicales de EI, según las imagen retransmitidas en directo por las televisiones turcas.
Según datos oficiales, al menos unos 130.000 ciudadanos sirios se han puesto a salvo en Turquía desde que las autoridades abrieron la verja frente a Kobane, aunque el diario turco Hürriyet eleva esa cifra a unos 200.000 desplazados.
El viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus, advirtió hoy de que el número de refugiados podría crecer hasta "cientos de miles".
Aunque la guerra civil en Siria ya ha empujado a más de un millón de personas a buscar refugio en Turquía en los últimos tres años y medio, la llegada de un número tan elevado de desplazados en apenas cuatro días es un fenómeno inédito.
"No sabemos cuántos pueblos más pueden ser atacados, cuántas personas más pueden verse obligadas a buscar refugio. No lo sabemos", dijo Kurtulmus en declaraciones a la prensa local.
"Una fuerza sin ningún control en el otro lado de la frontera está atacando a la población civil. La magnitud del desastre es peor que el de un desastre natural", agregó el ministro.
Según la cadena NTV, los refugiados han pedido a las autoridades turcas que les dejen cruzar la frontera con sus coches, algo que, por el momento, se les ha denegado.
Turquía abrió el viernes ocho improvisados pasos en la alambrada que separa los dos países, pero no ha desbloqueado el paso fronterizo oficial de Mürsitpinar.
Desde el último domingo funcionan sólo dos puntos de cruce en la alambrada, y la entrada se hace de forma más ordenada, con registros uno por uno de los refugiados, a diferencia de la oleada de los primeros días.
Kurtulmus señaló que gran parte de los refugiados se aloja con familiares en la propia zona fronteriza y que otros han sido trasladados a lugares más alejados.
El diputado opositor Nurettin Demir, quien visitó el domingo la frontera, explicó a Efe por teléfono que la situación está lejos de normalizarse y que los refugiados necesitan más asistencia.
"La gente no viene sola: se trae sus rebaños, ya que necesitan a los animales para sobrevivir. Muchas personas tienen problemas de salud y habría que enviar unidades médicas móviles", dijo Demir.
"También habría que distribuir comida a los que están esperando para entrar en Turquía", agregó el diputado del opositor partido CHP.
Según la ONU, las autoridades han abierto un centro provisional para unas 10.000 personas, mientras las personas más vulnerables han sido enviadas a algunos de los 22 campamentos ya establecidos.
Pese a que el avance del EI en Siria ha alarmado al Gobierno turco, Ankara no ha querido participar en la coalición que está forjando EEUU contra ese grupo armado.
Los analistas turcos han apuntado la preocupación de Turquía sobre las vinculaciones de las milicias sirias con el PKK, y que las armas que acaben en mano de los guerrilleros kurdos en Siria puedan llegar a utilizarse contra las fuerzas de seguridad turcas.
En marzo de 2013 el PKK declaró un alto el fuego en Turquía, al tiempo que está en marcha un proceso de paz, aunque ha criticado la complicidad de Ankara con movimientos yihadistas que luchan contra el régimen sirio de Bachar al Asad.
El Gobierno turco ha negado que haya dado ningún tipo de apoyo a los radicales, pero la oposición también ha señalado que su política de fronteras abiertas durante la guerra civil en Siria ha facilitado que los yihadistas ganen poder.
EFE
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