Un viaje de ida y vuelta que en esta cuarta entrega se retuerce sobre sí mismo para situarnos en un futuro en el que los cyborg están a punto de acabar con los humanos.
Una sinfonía de violencia,
batallas, efectos especiales y paisajes apocalípticos, aderezados por unos
valientes y musculosos protagonistas que se enfrentan a unos cyborg casi
invencibles para tratar de salvar al mundo.
Eso era lo que se esperaba y lo que es "Terminator salvation". Un planteamiento similar pero mucho menos interesante que el de las tres entregas anteriores de esta saga, que lanzó al estrellato a su protagonista, Arnold Schwarzenegger, y a su director, James Cameron, que con la primera historia, en 1984, marcaron un antes y un después en el cine de ciencia ficción.
Cameron utilizó elementos de otros clásicos del género, como "Alien", "Blade Runner", "Mad Max" o "Star Wars", pero lo hizo dando una vuelta de tuerca, con más realismo, más efectos especiales, toques filosóficos en el guión y, sobre todo, con una original estructura narrativa que partía del futuro para volver al pasado.
Un viaje de ida y vuelta que en esta cuarta entrega se retuerce sobre sí mismo para situarnos en un futuro en el que los cyborg están a punto de acabar con los humanos y en el que una resistencia liderada por John Connor es la última esperanza de evitar el desastre. Un John Connor interpretado por Christian Bale, una elección curiosa dado que la mayor parte de los espectadores a los que va dirigido el filme le identifican como el Batman de la reciente "The dark knight".
Bale sustituye a Schwarzenegger -cuya imagen apenas se ve unos segundos en esta película- como protagonista como John Connor, al que el ahora Gobernador de California trataba de matar y luego proteger en entregas anteriores, un personaje que seguro tendrá larga vida cinematográfica. Porque, al igual que han hecho los creadores de "Star Trek", este "Termination salvation" es una vuelta a los orígenes de la saga, al punto en el que todo empezó. Y ahí está el principal problema de la película.
Si no has visto los filmes anteriores, despídete de enterarte de algo. John Connor es un guerrero en el año 2018 que escucha los consejos de su madre grabados en un casette, que se enfrenta a sus enemigos y a sus amigos, que lidera una resistencia contra unos robots cuyo origen se da por supuesto y que tiene que evitar que su padre adolescente muera para que en un futuro cercano regrese al pasado y pueda concebirle.
¿Clarísimo, verdad? Pues así de poco claro es el guión de esta cuarta entrega de la saga, en la que los efectos especiales adquieren un protagonismo excesivo y en la que se echa en falta la ironía de Schwarzenegger y el buen pulso de Cameron (dirigió las dos primeras y colaboró en la historia de la tercera).
A pesar del despliegue técnico -con un preciso montaje y una perfecta fotografía con una rica gama de grises-, y a pesar de que los actores ponen todo su empeño, la historia se ha puesto al servicio del espectáculo y eso lastra su desarrollo.
Las batallas -muy bien rodadas- se suceden una detrás de otra sin que parezca que haya un fin concreto. La relación entre los humanos y el cyborg que interpreta Sam Worthington es tan manida como previsible. Y el odio interior del personaje de Connor es incompatible con sus buenas y salvadoras intenciones.
Esta cuarta entrega ha perdido su fría distancia y ha incluido una moralina inexistente en las anteriores películas. Pero esto no impedirá que los seguidores más fieles vayan a verla y que sigan apoyando una saga que ha recaudado hasta la fecha más de 1.000 millones de dólares.
"Termination salvation" llega a las pantallas de todo el mundo esta semana, dos semanas después de su estreno en Estados Unidos.
EFE
Eso era lo que se esperaba y lo que es "Terminator salvation". Un planteamiento similar pero mucho menos interesante que el de las tres entregas anteriores de esta saga, que lanzó al estrellato a su protagonista, Arnold Schwarzenegger, y a su director, James Cameron, que con la primera historia, en 1984, marcaron un antes y un después en el cine de ciencia ficción.
Cameron utilizó elementos de otros clásicos del género, como "Alien", "Blade Runner", "Mad Max" o "Star Wars", pero lo hizo dando una vuelta de tuerca, con más realismo, más efectos especiales, toques filosóficos en el guión y, sobre todo, con una original estructura narrativa que partía del futuro para volver al pasado.
Un viaje de ida y vuelta que en esta cuarta entrega se retuerce sobre sí mismo para situarnos en un futuro en el que los cyborg están a punto de acabar con los humanos y en el que una resistencia liderada por John Connor es la última esperanza de evitar el desastre. Un John Connor interpretado por Christian Bale, una elección curiosa dado que la mayor parte de los espectadores a los que va dirigido el filme le identifican como el Batman de la reciente "The dark knight".
Bale sustituye a Schwarzenegger -cuya imagen apenas se ve unos segundos en esta película- como protagonista como John Connor, al que el ahora Gobernador de California trataba de matar y luego proteger en entregas anteriores, un personaje que seguro tendrá larga vida cinematográfica. Porque, al igual que han hecho los creadores de "Star Trek", este "Termination salvation" es una vuelta a los orígenes de la saga, al punto en el que todo empezó. Y ahí está el principal problema de la película.
Si no has visto los filmes anteriores, despídete de enterarte de algo. John Connor es un guerrero en el año 2018 que escucha los consejos de su madre grabados en un casette, que se enfrenta a sus enemigos y a sus amigos, que lidera una resistencia contra unos robots cuyo origen se da por supuesto y que tiene que evitar que su padre adolescente muera para que en un futuro cercano regrese al pasado y pueda concebirle.
¿Clarísimo, verdad? Pues así de poco claro es el guión de esta cuarta entrega de la saga, en la que los efectos especiales adquieren un protagonismo excesivo y en la que se echa en falta la ironía de Schwarzenegger y el buen pulso de Cameron (dirigió las dos primeras y colaboró en la historia de la tercera).
A pesar del despliegue técnico -con un preciso montaje y una perfecta fotografía con una rica gama de grises-, y a pesar de que los actores ponen todo su empeño, la historia se ha puesto al servicio del espectáculo y eso lastra su desarrollo.
Las batallas -muy bien rodadas- se suceden una detrás de otra sin que parezca que haya un fin concreto. La relación entre los humanos y el cyborg que interpreta Sam Worthington es tan manida como previsible. Y el odio interior del personaje de Connor es incompatible con sus buenas y salvadoras intenciones.
Esta cuarta entrega ha perdido su fría distancia y ha incluido una moralina inexistente en las anteriores películas. Pero esto no impedirá que los seguidores más fieles vayan a verla y que sigan apoyando una saga que ha recaudado hasta la fecha más de 1.000 millones de dólares.
"Termination salvation" llega a las pantallas de todo el mundo esta semana, dos semanas después de su estreno en Estados Unidos.
EFE
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