Cada tres de noviembre, los pobladores de Chongos Bajo en Junín llevan las calaveras protectoras de sus familiares al cementerio distrital para que reciban la bendición.
Los pobladores de Chongos Bajo, cada tres de noviembre, llevan las calaveras de sus seres queridos al cementerio distrital para que reciban la bendición en la misa especial oficiada como parte del ancestral rito de Tullupampay, región Junín.
El Tullupampay (hueso enterrado, traducido al castellano), es una costumbre ancestral a través de la cual los pobladores se reúnen para rendirle honores a sus calaveras, que durante todo el año los protegen.
Desde las 09:00 horas del jueves, varias familias llegaron al camposanto general de Chongos Bajo, al sureste de la ciudad de Huancayo, llevando unas 40 calaveras, a las cuales les ofrendaron frutas, tanta wawas (bizcochos en forma de niño) y demás alimentos que apreciaban en vida.
Como parte de la tradición, que se remonta a los años 1,500 y 1,600, también se encienden velas y colocan flores y fotografías.
El párroco Gaspar Untal ofició una misa al mediodía en el corredor principal del cementerio, donde se reunieron los familiares y las "almitas", muchas de ellas adornadas con gorros.
Doris Llamacuari llevó el cráneo de Avelino, a quien le guarda un aprecio especial, ya que "le brinda protección".
“La calavera pertenece a un familiar; él cuida la casa, le ponemos dos piedras y una pequeña honda y espanta a todos los ladrones”, aseguró.
Victoria Balvín, por su parte, contó que todos los años lleva las calaveras de Aníbal Yurivilca y Panchito, para que reciban la bendición del cura que oficia la misa.
Concluido el oficio religioso, las familias se retiraron con sus calaveras para guardarlas hasta el próximo año en un rincón especial de sus viviendas. Algunas son colocadas en urnas especiales en espacios como la sala o el dormitorio.
ANDINA
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