Las comunidades Incatiana y Lampayuni desarrollaron un sistema turístico, en el cual sus pobladores huraños y desconfiados, se convirtieron en los anfitriones perfectos para recibir a sus invitados: los turistas.
Amantaní es una isla ubicada al este de la península de capa chica y al norte de la isla de taquile. La población a la cual se puede acceder sólo en bote y que está ubicada a más de 40 km de Puno, guarda en sus ceremonias la importancia de conservar su vigencia y sus prácticas.
Sin embargo, dos de estas comunidades, Incatiana y Lampayuni, han desarrollado un sistema turístico que ha hecho que estos pobladores que inicialmente eran huraños y desconfiados se conviertan en los anfitriones perfectos para recibir a sus invitados, los turistas.
Este plan lo pusieron en marcha cuando el Centro para el Desarrollo Sostenible los capacitó para que aprendan a transformar sus hogares en hospedajes y los implementen con servicios higiénicos básicos, aprovechen sus comidas típicas en diferentes platos, y aprendan el idioma castellano, además del runasimi o el quechua.
Para poder realizar las refracciones, Cedesos creó un fondo rotatorio únicamente para los socios del proyecto turístico. Les ayudó a hacer microempresa, como al pequeño grupo que hombres y mujeres que se han hecho de una cadena de botes para poder transportar a los turistas.
El resultado de todo este trabajo ha sido una enorme cuota de cariño, respeto y dedicación, además del desarrollo de sus productos artesanos y una intensa mezcla de colores presentes por toda la casa, como en las habitaciones, donde lo primero que resaltan es el amarillo y azul de sus paredes, así como el naranja de sus telares colgados en las paredes y las gamas fucsias y rosados tendidos sobre sus camas.
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