El ayuntamiento del pueblo japonés de Nakatonbetsu ha enviado una carta al famoso escritor en la que se queja porque considera que su descripción de la localidad en su último relato, "Drive my car", "no se ajusta a la realidad".
El ayuntamiento del pueblo japonés de Nakatonbetsu ha enviado una carta al famoso escritor Haruki Murakami en la que se queja porque considera que su descripción de la localidad en su último relato, "Drive my car", "no se ajusta a la realidad".
La protesta va concretamente dirigida a un pasaje en el que el protagonista de la obra da por hecho que Nakatonbetsu, un pueblo de 1.900 habitantes en la isla septentrional de Hokkaido, es un sitio en el que es "natural" que la gente tire las colillas de los cigarrillos sin apagar por la ventanilla del coche.
En este fragmento, Misaki, la mujer que trabaja de chófer para el protagonista del relato, Kafuku, arroja una colilla sin apagar por la ventanilla y explica que en su pueblo el suelo está cubierto de nieve y hielo la mitad del año.
A continuación, Kafuku, un actor en la cincuentena, piensa para sus adentros: "seguramente en el pueblo de Nakatonbetsu esto es algo que todo el mundo hace de manera natural".
"Es un contenido difamatorio para el pueblo", explica un comunicado del ayuntamiento recogido por el diario "Mainichi".
Uno de los concejales de la localidad explica al rotativo que el "90 por ciento del pueblo está cubierto de bosque, lo que hace que estemos especialmente concienciados por la posibilidad de que se produzcan incendios".
"Hay seguidores de la obra de Murakami en todo el mundo y hay muchas posibilidades de que la gente se forme una opinión equivocada de nuestro pueblo", explicó otro funcionario.
"Drive my car", una pieza que casi puede considerarse una novela corta, fue publicada en noviembre pasado por la revista "Bungei Shunju".
El texto, en el que Murakami vuelve utilizar como título un tema del disco "Rubber Soul" de los Beatles, se centra en la interacción que mantienen Kafuku y su chófer veinteañera, a quien el actor contrata para pilotar su viejo Saab 900 amarillo.
EFE
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