La huelga comenzó el 6 de julio a raíz de la falta de respuesta del Gobierno a las demandas de la Asociación de Funcionarios Postales del Uruguay, que exige la probación de una Ley Postal.
Cincuenta toneladas de cartas y paquetes enviados desde todo el mundo yacen olvidados en el aeropuerto de Montevideo por un conflicto sindical en el servicio postal estatal, que desde hace un mes impide a miles de uruguayos recibir correspondencia.
La huelga, que no afecta por ahora al servicio interno, comenzó el pasado 6 de julio a raíz de la falta de respuesta del Gobierno a las demandas de la Asociación de Funcionarios Postales del Uruguay (AFPU), que entre otras cosas exige aprobar una Ley Postal desde hace una década.
Según el presidente de la AFPU, José Mato, con la nueva normativa el sindicato pretende generar "un marco regulatorio" para refundar la empresa y que sepa quién es quién en el sector, porque "los correos privados llegan acá y no pagan ninguna tasa", indicó.
"Queremos que paguen una tasa del 10 por ciento y que ese dinero se destine al Correo Uruguayo, y queremos que, como pasa en España, haya una franja monopólica en favor nuestro, que hasta 150 gramos (de peso de la carta) lo reparta el correo nacional", adviertió.
Aunque siempre pueden recurrir a las compañías multinacionales, buena parte de los cerca de 3,3 millones de ciudadanos dependen aún del Correo Uruguayo para comunicarse con el exterior por carta y, sobre todo, para enviar o recibir paquetes, especialmente por cuestiones de costo.
Otras medidas que exige la AFPU al Gobierno para levantar su protesta son un incremento de la plantilla y "un adelanto de 1.500 pesos mensuales (unos 70 dólares) por trabajador a cuenta de la reestructura" del servicio prevista en la futura ley, detalla Mato.
El Correo Uruguayo cuenta con la mayor red física de oficinas del país con un millar de locales en los 19 departamentos del país.
Uruguay, que posee uno de los índices de desempleo más bajos de América Latina, tiene también un intenso movimiento sindical que en los últimos años ha generado situaciones tan insólitas como la suspensión temporal de las bodas civiles o la interrupción de los servicios de alerta meteorológica.
EFE
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