Claudio Sciarpelletti había anunciado el pasado 13 de noviembre que recurriría la sentencia, pero finalmente renunció a la apelación.
El informático vaticano Claudio Sciarpelletti ha renunciado a apelar la condena de dos meses de cárcel que le impuso el pasado 10 de noviembre el Tribunal del Vaticano por el encubrimiento de Paolo Gabriele, el mayordomo del papa Benedicto XVI, en el llamado caso "VatiLeaks".
Así lo informó hoy el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi, durante un encuentro con periodistas en el Vaticano, con motivo de la publicación este sábado de las motivaciones de la sentencia que condenaba a dos meses de prisión a Sciarpelletti una vez aplicados varios atenuantes.
El informático vaticano, cuya condena quedó suspendida por decisión del tribunal durante cinco años, había anunciado el pasado 13 de noviembre que recurriría esta sentencia, pero este martes finalmente renunció a la apelación, que tampoco ejercerá el promotor de Justicia (fiscal) de segundo grado, Giovanni Giaccobbe.
Sciarpelletti, de 48 años, fue condenado por el encubrimiento en el caso "VatiLeaks", que juzgaba el escándalo de robo y difusión de documentos del papa Benedicto XVI y por el que Gabriele, de 46 años, fue sentenciado el 6 de octubre a 18 meses de prisión, que cumple desde el 25 de octubre en una celda del Vaticano.
Según Lombardi, con la publicación hoy de las motivaciones de la condena al informático quedan cerrados los casos de Sciarpelletti y Gabriele, pero no se ha "concluido formalmente" aun la investigación desde el punto de vista judicial por la filtración de documentos.
Y sobre la posibilidad de que el papa conceda la gracia a su exmayordomo, el portavoz vaticano indicó que Benedicto XVI pidió el pasado agosto a los jueces que actuaran "con diligencia" y que en base a las dos sentencias "hará sus consideraciones".
El juicio del escándalo "VatiLeaks" a Sciarpelletti solo tuvo dos audiencias y en la primera el Tribunal rechazó la retirada de los cargos al considerar que el informático dio tres versiones diferentes respecto al sobre con documentos reservados que fue hallado en su poder, en el que había material confidencial del Vaticano que después apareció publicado en un libro.
En la segunda vista fue interrogado Sciarpelletti y los testigos Gabriele y monseñor Carlo María Polvani, jefe de la oficina de Información y Documentación de la Secretaría de Estado, debido a que en una de las versiones que dio el informático dijo que el sobre con documentos se lo había dado el clérigo.
En la sentencia publicada hoy, el tribunal vaticano indica que considera "más fiable" de entre todas las versiones dadas por Sciarpelletti, aduciendo que no estaba seguro de recordar cómo ocurrió todo, que Gabriele fue quien le entregó los documentos hallados en su posesión.
"A favor de esta tesis hablan, en particular, los siguientes argumentos. Queda de relieve, en primer lugar, que esta circunstancia ha sido confirmada por Paolo Gabriele, quien ha afirmado que el motivo de tal entrega era el de tener una opinión del imputado sobre la documentación", reza la sentencia.
El tribunal considera que el hecho de que en una de sus versiones el informático indicara que fue Polvani quien le entregó los documentos responde a que Sciarpelletti intentara así ayudar al exmayordomo, que en ese momento ya estaba investigado.
"La admisión de su relación y los testimonios son suficientes para identificar en el señor Paolo Gabriele a la persona por la que el imputado se ha dispuesto a cambiar su primera versión de los hechos (...) Esta finalidad de la conducta del imputado constituye por tanto el móvil del delito y, al mismo tiempo, evidencia el elemento subjetivo del dolo", indica el tribunal en la sentencia.
Sciarpelletti, encargado del mantenimiento de los ordenadores del Vaticano, fue detenido el 25 de mayo, un día después que Gabriele, tras una "llamada anónima" hecha desde la Secretaria de Estado, que informó de su amistad con el exmayordomo, y en ese momento agentes de la Gendarmería encontraron el sobre con los documentos, que se unen a los miles encontrados en casa de Gabriele.
EFE
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