Hace tres años, Alessandro de Souza dejó todo para buscar la clasificación a Tokio. Lo logró y, así, cumplió su sueño y el de su abuelo, el coprotagonista de esta historia.
Luego de estudiar administración de empresas en Estados Unidos, gracias a una beca, regresó a Perú. Escopeta, rifle y calibre eran palabras comunes desde ya hacía rato en su vocabulario, pero su carrera con especialización en marketing era lo que definía su horario. Por eso, cuando volvió a Lima, empezó a trabajar a tiempo completo. Tenía 22 años, 10 más de la primera vez que disparó.
Fue su abuelo materno quien le regaló su primer arma. Italiano de nacimiento y amante de las armas, Ernesto Berisso llegó a Perú en la década de los cincuenta. Faltaba casi 40 años para que naciera Alessandro, su nieto, con quien compartiría sus conocimientos sobre tiro y caza. Porque, aunque expresar emociones no es su fuerte, su mayor muestra de amor fue convertirse en su primer entrenador.
"Ya tienes 12, ya puedes disparar", le dijo. El día había llegado- No era la primera vez que lo acompañaba a un campo de tiro. Desde los ocho, por lo menos, De Souza había sido solo espectador. Ahora, con cuatro años más, ya podía ser alumno. Siguiendo los consejos del maestro, entonces, apretó el gatillo y descubrió su pasión. "Fue amor a primera vista", recuerda.
Sus inicios
Empezó con una calibre 20. Al ser más chico, la escopeta pesaba menos y le permitía desenvolverse mejor. Las armas y las balas no eran algo raro para él. En casa, el cuarto del abuelo estaba lleno de ellas y todos estaban acostumbrados. Cruzarse con un rifle o con un libro era, en téminos de familiaridad, lo mismo.
Casi de inmediato, y a la par del colegio, Alessandro empezó a competir en el circuito nacional. Y aunque ya tenía como ídolo a Pancho Boza -medallista olímpico-, veía muy lejano vivir del deporte. En 2018, sin embargo, cuatro años después de terminar su carrera, y mientras trabajaba en el área comercial de una empresa de maquinaria pesada, eso cambió. Si soñaba con clasificar a Tokio, tenía que luchar por ello. Si quería retribuir con logros las enseñanzas de don Ernesto -quien además financió sus primeros años como deportista- ese era el momento. Y renunció.
"En agosto me di cuenta de que la única forma de ir a unos Juegos Olímpicos era dedicándome 100% al deporte. Era un riesgo enorme. Nada me aseguraba que podía clasificar, pero lo hice. A los tres meses, clasifiqué", cuenta.
La clasificación
Cuando el estadounidense Walton Eller fue eliminado, Alessandro supo que había clasificado. El Campeonato de las Américas 2018, en Guadalajara, México, daba dos cupos a Tokio 2020. Por eso, al saber que solo él y el local Jorge Martín Orozco quedaban en carrera, entendió que el sueño estaba cumplido. En el camino, incluso, se había quedado Pancho Boza.
En fosa, todos los participantes deben disparar 125 platos. Los seis que más rompen, entran a una serie final en la que disparan 25 platos. El que destruye menos, queda eliminado. Los cinco restantes disparan cinco platos más, que se suman a los 25 previos. El peor de los 30 disparos, queda fuera. Con los cuatro restantes, se disparan cinco más y el peor de los 35 no va más, Así, sucesivamente, hasta que quedan dos. Esos finalistas disparan 10 platos y quien tenga mejor desempeño será el campeón.
Por eso, De Souza estaba satisfecho. Pasara lo que pasara con esos 10 platos finales, la clasificación era suya. Y eso le importaba más, mucho más, que la medalla de oro. "El segundo es el primero que pierde", escuchó. Era su entrenador. Más allá de que la meta estaba cumplida, no sería lo mismo ser subcampeón que campeón de América.
"Compadre, estás tan cerca de ganar, que tienes que ganar", insistió. "Me hizo entrar en razón. Pensando fríamente, es cierto. Si hubiese quedado segundo, no hubiera podido conseguir una serie de auspicios, becas y apoyo del IPD que me permitieron vivir de esto y ser profesional", dice.
La dedicatoria del triuinfo, por supuesto, fue para don Ernesto. "La persona más influyente en mi carrera deportiva. (...) Gracias Nonno, por estar ahí siempre. ¡Cumplimos nuestro sueño! ¡Nos vamos a Tokyo!", escribió en su cuenta de Instagram.
Tokio 2020
Ya con la clasificación en el bolsillo, solo quedaba prepararse. Sin embargo, llegó la pandemia y todo el calendario se pospuso. Pero, fiel a su ritmo de vida, se mantuvo ocupado. Consciente de que, en cuarentena, sin la posibilidad de practicar tiro se quedaría en su casa sin hacer mucho, buscó y consiguió trabajo en una embotelladora de productos de limpieza. Al ser un producto de primera necesidad, se mantuvo siempre activo. Pero, claro, fue solo una etapa. "Ya luego me dediqué 100% al deporte", aclara. Ahora, llega en gran nivel al desafío más importante de su carrera.
El martes 27 de julio, a las 7:50 pm. de Perú, en el Campo de Tiro de Asaka, Alessandro De Souza debutará en Tokio 2020. Lo hará sin sentirse favorito, pero consciente de que el objetivo es una medalla. "Vengo realizando marcas que me podrían permitir disputar medallas, pero hay que ir a pelear. Si las cosas salen bien, podría estar en esa final peleando las medallas. Definitivamente, es algo que me quita el sueño", admite.
Ese mismo día, y a esa misma hora, en una casa de Lima, don Ernesto tendrá el televisor prendido. Estará listo para alentar a su nieto. A su heredero. Lo hará, seguramente, en silencio porque -ya sabemos- expresar emociones no es su fuerte, pero lo hará, al fin y al cabo, a su manera. "Es mi fan número uno. Yo sé que, aunque es algo frío, en el fondo lo llena de orgullo", piensa. Y seguro que sí. Seguro, incluso, que, cuando llegue el momento, escuchará una voz en su cabeza que le dirá algo como "Ya no tienes 12. Tienes 29 y estás en unos Juegos Olímpicos. Puedes disparar".
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