La mencionada disciplina será incluída en el calendario de los Juegos Olímpicos de 2016 a celebrarse en Río de Janeiro. La última vez fue en París 1924.
La inclusión del rugby a siete en el programa de los Juegos de Río 2016, que ha sido ratificada este
viernes por el COI, devolverá la categoría olímpica a un deporte que gozó de dicho honor por última vez hace más de noventa años, en París 1924, entonces en su modalidad de quince jugadores.
Como el golf, el rugby a siete obtuvo el visto bueno del Comité Olímpico Internacional, frustrado para Londres 2012, el pasado agosto en Berlín, algo que no lograron ni béisbol, ni sóftbol, ni kárate, ni squash, ni patinaje, el resto de candidatos.
En cuatro ocasiones había sido olímpico el rugby a quince: en los Juegos de París en 1900, en los que Francia se alzó con la medalla de oro; en Londres en 1908, cuando Australia fue campeona; y en
Amberes 1920 y París 1924, con el podio dominado por Estados Unidos en ambas ediciones.
La actuación olímpica del rugby estuvo marcada por las interrupciones -no se disputaron pruebas en San Luis 1904 ni en Estocolmo 1912- y por algunas anécdotas propias del espíritu aún "amateur" de aquellos Juegos, como la ausencia de competidores aparte de Australia e Inglaterra en 1908 o de Estados Unidos y
Francia en 1920, que facilitó, sin duda, la concesión de medallas.
Así, Francia (un oro y dos platas), Estados Unidos (dos oros) y Australia (un oro), lideran hasta la fecha el medallero olímpico de este deporte, completado por la plata y el bronce de Gran Bretaña, la plata alemana en 1900 y el bronce de Rumanía en 1924.
La actual implantación del rugby en Francia se debe, en gran parte, a la labor del creador de los Juegos Olímpicos, Pierre de Coubertin, quien mostró un gran interés por éste y lo definió como "una mezcla perpetua de individualismo y disciplina, que combina la necesidad de cada hombre de anticiparse y decidir con la de subordinarse al pensamiento del capitán".
De Coubertin se encargó personalmente a lo largo de su vida de introducir la práctica del rugby en numerosas escuelas e instituciones educativas del país galo. Pero el belga Henri Baillet-Latour, su sucesor en la presidencia del COI, no compartía el entusiasmo por este deporte, que dejó de ser olímpico en 1928.
Fue en 1994, en la localidad galesa de Cardiff, cuando el actual presidente de honor del Comité, Juan Antonio Samaranch, retomó en un discurso esos valores olímpicos del rugby de los que hablaba De
Coubertin, durante el acto en el que el International Rugby Board (IRB), máximo organismo mundial de este deporte, fue confirmado como una de las federaciones integrantes del COI.
Este reconocimiento supuso un paso decisivo para el regreso del rugby al olimpismo, una carrera que fue iniciada a principios de los noventa tras una serie de encuentros informales entre miembros del IRB con la Asociación Olímpica Británica.
No pudo ser en la reunión de Singapur 2005, en la que se decidió el programa olímpico de los Juegos de Londres 2012, pero el empeño del actual presidente del IRB, el francés Bernard Lapasset, en que el rugby vuelva a ser olímpico, ha dado finalmente sus frutos hoy en Copenhague.
viernes por el COI, devolverá la categoría olímpica a un deporte que gozó de dicho honor por última vez hace más de noventa años, en París 1924, entonces en su modalidad de quince jugadores.
Como el golf, el rugby a siete obtuvo el visto bueno del Comité Olímpico Internacional, frustrado para Londres 2012, el pasado agosto en Berlín, algo que no lograron ni béisbol, ni sóftbol, ni kárate, ni squash, ni patinaje, el resto de candidatos.
En cuatro ocasiones había sido olímpico el rugby a quince: en los Juegos de París en 1900, en los que Francia se alzó con la medalla de oro; en Londres en 1908, cuando Australia fue campeona; y en
Amberes 1920 y París 1924, con el podio dominado por Estados Unidos en ambas ediciones.
La actuación olímpica del rugby estuvo marcada por las interrupciones -no se disputaron pruebas en San Luis 1904 ni en Estocolmo 1912- y por algunas anécdotas propias del espíritu aún "amateur" de aquellos Juegos, como la ausencia de competidores aparte de Australia e Inglaterra en 1908 o de Estados Unidos y
Francia en 1920, que facilitó, sin duda, la concesión de medallas.
Así, Francia (un oro y dos platas), Estados Unidos (dos oros) y Australia (un oro), lideran hasta la fecha el medallero olímpico de este deporte, completado por la plata y el bronce de Gran Bretaña, la plata alemana en 1900 y el bronce de Rumanía en 1924.
La actual implantación del rugby en Francia se debe, en gran parte, a la labor del creador de los Juegos Olímpicos, Pierre de Coubertin, quien mostró un gran interés por éste y lo definió como "una mezcla perpetua de individualismo y disciplina, que combina la necesidad de cada hombre de anticiparse y decidir con la de subordinarse al pensamiento del capitán".
De Coubertin se encargó personalmente a lo largo de su vida de introducir la práctica del rugby en numerosas escuelas e instituciones educativas del país galo. Pero el belga Henri Baillet-Latour, su sucesor en la presidencia del COI, no compartía el entusiasmo por este deporte, que dejó de ser olímpico en 1928.
Fue en 1994, en la localidad galesa de Cardiff, cuando el actual presidente de honor del Comité, Juan Antonio Samaranch, retomó en un discurso esos valores olímpicos del rugby de los que hablaba De
Coubertin, durante el acto en el que el International Rugby Board (IRB), máximo organismo mundial de este deporte, fue confirmado como una de las federaciones integrantes del COI.
Este reconocimiento supuso un paso decisivo para el regreso del rugby al olimpismo, una carrera que fue iniciada a principios de los noventa tras una serie de encuentros informales entre miembros del IRB con la Asociación Olímpica Británica.
No pudo ser en la reunión de Singapur 2005, en la que se decidió el programa olímpico de los Juegos de Londres 2012, pero el empeño del actual presidente del IRB, el francés Bernard Lapasset, en que el rugby vuelva a ser olímpico, ha dado finalmente sus frutos hoy en Copenhague.
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