La atleta mexicana ganó medallas doradas en los Juegos Panamericanos de Winnipeg, Santo Domingo y Río. Conoce su historia de empoderamiento.
En 1941 Estados Unidos crearon el personaje de la Mujer Maravilla para luchar contras los nazis, del otro lado de la frontera, en Nogales (México) en 1977 nacía una mujer que iba a maravillar al mundo del deporte, pero sobre todo iba a luchar por vencer los prejuicios de una sociedad machista como la de su país.
Hasta los 16 años jugó al básquetbol, cuando su entrenador fue claro y contundente con ella: Ana, esto no es para ti, tú solo sabes correr. Ese día agarró su mochila, se la puso a la espalda y en medio de lágrimas empezó a a trepar las colinas de su ciudad hasta llegar a su casa para contarle a su madre que el mundo le cerraba una puerta.
Frente a su “jefa”, como suelen llamar los mexicanos a sus mamás, le tomó las manos y le dijo que iba a cambiar, que iba a ser otra mujer. Con solo 19 años y sin ninguna experiencia en la pista, obtuvo su primera victoria a nivel nacional en los 400 metros. Y hasta ganar el oro en los Panamericanos en Winnipeg, Canadá, 1999, no paró. Volvió a llevarse la medalla dorada en los Panamericanos de Santo Domingo 2003 y repitió el plato en los de Río de Janeiro del 2007.
Una vez un periodista, -al paso-, le preguntó a Ana Guevara, ¿cuál era la clave para tanto triunfo? Muy simple, explicó la atleta: “Acierto, error, repetición. Eso provoca el éxito.” Sin embargo la vida es como las piñatas de cumpleaños, un día te toca el mejor regalo y al otro te puedes quedar sin nada. Después de las victorias, tambien llegaron las críticas sobre su físico y la que más dolor le provocó: el cuestionamiento sobre su género.
Ahora Guevara, ya no corría solo por dejar atrás a sus rivales, sino también para enfrentarse al machismo de México. Su país, ese al que ella había puesto en lo más alto del atletismo mundial, ahora la sometía a la prueba más vergonzoza para una mujer: exámenes de feminidad. En declaraciones al diario El País expresaba: “En México eso no existía, a nadie se lo habían hecho, entonces el desconocimiento de los medios y de la gente les llevaba a sospechar que algo estaba mal”, explicaba. “Me tocó educar directivos, atletas, medios de comunicación e intenté que comprendieran lo que esto significada”
Ana nació empoderada, no fue parte de un movimiento feminista. Ella desde muy joven fue forjando un punto de vista propio sobre la sociedad. Había nacido en la frontera con Estados Unidos, donde gobierna la corrupción, la ilegalidad, la violencia. Un lugar donde el futuro vive oculto al otro lado de las montañas. Sabía que correr era un camino para cambiar su vida.
Ana Guevara después de ese gran inicio en los Juegos Panamericanos de Winnipeg ganaría dos juegos más, fue campeona mundial y luego participaría en política, llegando a ser Diputada y Senadora de su país.
Hoy es la Directora de la Comisión de Cultura Física y Deporte, el organismo más importante de México para el deporte.
Una mujer deportista, capaz, fuerte, de carne y hueso a la que no pudieron vencer ni sus rivales ni los prejuicios de este mundo.
Comparte esta noticia