El mayor número de conflictos y el cambio climático son las principales causas de un brusco aumento del hambre en el mundo en 2016.
El hambre volvió a aumentar en 2016 tras más de una década de descenso y afecta a unos 815 millones de personas, el 11 % de la población mundial, sobre todo por el impacto de conflictos y desastres naturales, informó la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En su informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2017, el organismo señala que el incremento se debe en gran parte a la proliferación de conflictos y a los fenómenos climáticos. "Los más pobres y vulnerables suelen ser los más afectados cuando el Estado, los sistemas socioeconómicos o las comunidades locales carecen de la capacidad de evitar las situaciones de conflicto, de hacerles frente o de gestionarlas".
Los múltiples factores. La ONU indica que los problemas de la inseguridad alimentaria y la malnutrición graves tienden a amplificarse cuando peligros naturales como sequías e inundaciones se suman a las consecuencias de los conflictos.
"Es probable que con el cambio climático aumente la concurrencia de conflictos y catástrofes naturales relacionadas con el clima, ya que el cambio climático no solo agrava los problemas de la inseguridad alimentaria y la nutrición, sino que también puede contribuir a alimentar la espiral que conduce al conflicto, la crisis prolongada y la continua fragilidad".
Distribución del hambre. Se calcula que en 2016 casi 520 millones de personas padecían hambre en Asia, unos 243 millones en África y 42,5 millones en América Latina y el Caribe, donde hay signos de que la situación está deteriorándose.
"La situación de la seguridad alimentaria ha empeorado visiblemente en varias zonas del África subsahariana y el Asia sudoriental y occidental. Se ha observado un empeoramiento sobre todo en las situaciones de conflicto, a menudo agravadas por la sequía o las inundaciones vinculadas en parte al fenómeno El Niño y a perturbaciones relacionadas con el clima", indica.
Desaceleración económica. En otros lugares más seguros, la ralentización económica ha limitado la capacidad de los países para importar alimentos y proteger a los pobres de la subida de precios en los mercados domésticos.
"El empeoramiento de las condiciones de la seguridad alimentaria también se ha observado en entornos más pacíficos, especialmente en lugares donde la desaceleración económica ha aminorado las reservas de divisas y los ingresos fiscales, afectando negativamente a la disponibilidad de alimentos –debido a una menor capacidad de importación– y al acceso a la alimentación, por la reducción del espacio fiscal para proteger a las familias pobres del aumento de los precios nacionales de los alimentos", señala el informe.
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