No hay otra forma de decirlo. El fracaso de Occidente en Afganistán será recordado como uno de proporciones épicas. La coalición de naciones que entró en el país hace 20 años no solo no ha conseguido exportar sus valores, sino que no ha logrado aportar ninguna estabilidad a los gobiernos locales ni seguridad a la población local. En el proceso de retirada, podría decirse que Washington ha allanado el camino para que otros actores internacionales, concretamente Pekín, llenen el vacío.
Ahora, mientras los talibanes persiguen a quienes colaboraron con Occidente y se preparan para reprimir las libertades básicas, muchos temen que el país vuelva a ser un refugio para los terroristas, con consecuencias nefastas para el propio Occidente.
Los talibanes siguen manteniendo fuertes vínculos con Al Qaeda y se han apoderado de armamento estadounidense. Las imágenes muestran cómo han estado liberando a los yihadistas encarcelados mientras sus miembros se desplazan libremente por el país.
Los talibanes pueden utilizar su victoria contra el gobierno afgano y Occidente como un increíble multiplicador de fuerzas en términos de reclutamiento y radicalización de aspirantes a yihadistas en todo el mundo.
George Robertson, ex jefe de la OTAN, declaró que el regreso de los talibanes ya ha facilitado la llegada de “toda una serie de yihadistas” de otras naciones, que podrían planear y ejecutar ataques terroristas dentro y fuera de la región.
Temores de terrorismo
Ya el pasado mayo, los expertos en terrorismo Bruce Hoffman y Jacob Ware advertían de los peligros de la retirada de Afganistán. Y sugirieron que Al Qaeda sería la máxima beneficiada si Occidente subestimaba la amenaza que suponía el regreso de los talibanes. Y con unos recursos antiterroristas cada vez más escasos, es probable que Estados Unidos esté menos seguro.
Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., se hizo eco precisamente de este temor sobre los grupos terroristas en los días previos a la caída de Kabul en manos de los talibanes. El antiguo jefe del MI6 advirtió de que la amenaza terrorista en el Reino Unido también aumentaría con los talibanes en el poder.
Un antiguo extremista del este de Londres me dijo que “los jóvenes vulnerables de los barrios marginales que ya se sienten alienados podrían ser galvanizados por la victoria de los talibanes y orquestar ataques”. Incluso mi investigación en Italia, un país que normalmente no se asocia con el extremismo yihadista, muestra que el apoyo a los grupos terroristas es mayor de lo previsto.
Desde Milán hasta Nápoles, quienes se pusieron del lado de Al Qaeda mencionaron expresamente Afganistán y otros escenarios de la yihad violenta. “Si invaden nuestras tierras, ¿quién nos va a salvar? Sólo Al Qaeda y otros verdaderos hermanos vendrán a ayudaros”, reveló uno de los encuestados.
Así que, además de la preocupación de que la victoria de los talibanes atraiga a los yihadistas a Afganistán, debemos ser conscientes de que también podría inspirar a algunos individuos en Occidente.
El contrapunto
Sin embargo, estas opiniones no son universalmente compartidas. Hablé con un oficial afgano de alto rango que ahora se esconde en Kabul y que confía en que no habrá terrorismo. En todo caso, cree que podría haber enfrentamientos entre los talibanes y el Estado Islámico (también conocido como ISIS o Daesh). Ambos grupos están tradicionalmente enfrentados, ya que el Estado Islámico considera a los talibanes apóstatas por negociar con los estadounidenses.
Noor Dahri, director ejecutivo de la Teología Islámica de la Lucha contra el Terrorismo (ITCT) del Reino Unido, está de acuerdo. “El ISIS y los talibanes están enfrentados; por lo tanto, no veo que se unan y no veo a los talibanes ofreciendo su país para que Daesh pueda atacar objetivos internacionales”. La cuestión, para Dahri, es que los talibanes “necesitan el reconocimiento internacional y quieren mantener el poder”. Desde este punto de vista, mantener Afganistán es más importante que acoger una yihad global.
Sabemos que los talibanes gozan de apoyo popular entre muchos afganos, que a menudo ven al grupo como menos corrupto que el gobierno. Puede que valoren más el poder y los corazones y las mentes que la amistad con Al Qaeda y la yihad global. Y, tras dejar Afganistán a su suerte, a Occidente puede que le queden pocas opciones que esperar a ver qué camino eligen los talibanes.
Michele Groppi, Teaching Fellow in Challenges to the International Order, Defence Studies Department, King's College London
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.