Tres días después del tsunami, el principal objetivo de los equipos de rescate se centra en la búsqueda de las cientos de personas desaparecidas desde el miércoles.
La cifra de personas fallecidas a causa del tsunami que arrasó costas de las islas de Samoa y Tonga, asciende a casi doscientas, cuando hoy los equipos de rescate continúan la búsqueda de varios centenares que permanecen desaparecidas.
Las autoridades de Samoa occidental han confirmado que la cifra de víctimas mortales se eleva ya a 149, mientras que las de la Samoa estadounidense han contabilizado 34 muertos, y las de Tonga mantienen en nueve la cifra de fallecidos.
Tres días después del tsunami, el principal objetivo de los equipos de rescate, que colaboran junto a los cuerpos de Policía, se centra en la búsqueda, en las zonas más apartadas y en las islas vecinas, de las cientos de personas que están desaparecidas desde el pasado miércoles.
El jefe del Servicio de Emergencia de Samoa occidental, Tony Hill, dijo a Radio Nueva Zelanda, que debido a las altas temperaturas los cadáveres se descomponen rápidamente, por lo que a los miembros de los equipos de rescate se les ha dotado de bombonas de oxigeno y mascarillas.
Upolo, la segunda mayor isla de Samoa occidental, alojaba varios complejos hoteleros repartidos por unas 70 aldeas, que fueron destruidas en su totalidad por el seísmo y el posterior tsunami.
Según datos de la Cruz Roja samoana, el número de damnificados asciende a 32.000, de los que unos 3.000 han perdido sus hogares.
Después del primer seísmo de 7,9 grados en la escala de Richter, según la medición del Servicio Geológico de Estados Unidos, la región fue sacudida por varias decenas de réplicas superiores a los cinco grados, por lo que gran parte de la población continuó refugiada en las zonas altas.
El primer terremoto derrumbó varios edificios, aunque fue mucho peor el posterior impacto de olas gigantes de hasta seis metros de altura, que se llevaron por delante viviendas y coches, según relatos de testigos.
En la Samoa administrada por Estados Unidos, el presidente Barack Obama declaró desde Washington el territorio zona catastrófica y aceleró el envío de varios aviones y buques militares para despachar ayuda a las cerca de 2.200 personas que perdieron su casa y asistir a los heridos.
EFE
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