El Papa definió esos campos como "el infierno que se abre sobre la tierra cuando el hombre olvida a Dios y toma su puesto".
El papa Benedicto XVI dijo hoy que los campos de concentración nazis, como cualquier campo de exterminio, pueden ser considerados como "símbolos extremos del mal", durante el rezo dominical del Ángelus en la residencia de verano de Castel Gandolfo.
El Papa, nacido en Baviera (Alemania) en 1927, definió esos campos como "el infierno que se abre sobre la tierra cuando el hombre olvida a Dios y toma su puesto, usurpándole el derecho de decidir qué cosa es el bien y qué cosa es el mal, de dar vida a la muerte".
Asimismo, subrayó que este triste fenómeno no está circunscrito a los campos de concentración, ya que éstos son "la punta culminante de una realidad amplia y difundida"
El Papa subrayó las divergencias que existen entre "el humanismo ateo y el humanismo cristiano; una antítesis que ha tenido lugar a lo largo de toda la historia, pero que al final del segundo milenio, con el nihilismo contemporáneo, ha llegado a un punto crucial".
"Por un lado existen filosofías e ideologías, pero cada vez más existen modos de pensar y de actuar que exaltan la libertad como único principio del hombre, como alternativa a Dios, transformando al hombre en un dios, que arbitra el propio sistema de comportamiento", manifestó.
Mientras, por otro lado, existen "los santos que, practicando el Evangelio de la caridad, dan un motivo de su esperanza y muestran el verdadero rostro de Dios, que es Amor, y al mismo tiempo el rostro auténtico del hombre creado a imagen y semejanza divina".
Con ocasión del Año Sacerdotal, inaugurado el pasado 19 de junio, Benedicto XVI hizo especial mención de los santos "que la liturgia recuerda en estos días".
Así, se refirió a "santa Teresa de la Cruz -Edith Stein-, que nacida en la fe judía y conquistada por Cristo en la edad adulta, se hizo monja carmelita y selló su existencia con el martirio", y a san Maximiliano Kolbe, "gran apóstol de María Inmaculada", que murió precisamente en el campo de concentración nazi de Auschwitz (Polonia). EFE
El Papa, nacido en Baviera (Alemania) en 1927, definió esos campos como "el infierno que se abre sobre la tierra cuando el hombre olvida a Dios y toma su puesto, usurpándole el derecho de decidir qué cosa es el bien y qué cosa es el mal, de dar vida a la muerte".
Asimismo, subrayó que este triste fenómeno no está circunscrito a los campos de concentración, ya que éstos son "la punta culminante de una realidad amplia y difundida"
El Papa subrayó las divergencias que existen entre "el humanismo ateo y el humanismo cristiano; una antítesis que ha tenido lugar a lo largo de toda la historia, pero que al final del segundo milenio, con el nihilismo contemporáneo, ha llegado a un punto crucial".
"Por un lado existen filosofías e ideologías, pero cada vez más existen modos de pensar y de actuar que exaltan la libertad como único principio del hombre, como alternativa a Dios, transformando al hombre en un dios, que arbitra el propio sistema de comportamiento", manifestó.
Mientras, por otro lado, existen "los santos que, practicando el Evangelio de la caridad, dan un motivo de su esperanza y muestran el verdadero rostro de Dios, que es Amor, y al mismo tiempo el rostro auténtico del hombre creado a imagen y semejanza divina".
Con ocasión del Año Sacerdotal, inaugurado el pasado 19 de junio, Benedicto XVI hizo especial mención de los santos "que la liturgia recuerda en estos días".
Así, se refirió a "santa Teresa de la Cruz -Edith Stein-, que nacida en la fe judía y conquistada por Cristo en la edad adulta, se hizo monja carmelita y selló su existencia con el martirio", y a san Maximiliano Kolbe, "gran apóstol de María Inmaculada", que murió precisamente en el campo de concentración nazi de Auschwitz (Polonia). EFE
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